miércoles, 3 de agosto de 2022

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

     






  HOJA PARROQUIAL


6 y 7 de Agosto de 2022
Domingo XIX del Tiempo Ordinario. Ciclo C.


Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“No temas, pequeño rebaño”




  Se puede ir por la vida hundido por las circunstancias negativas que nos hacen perder la alegría, las fuerzas, la capacidad de comunicación y de solidaridad. Se puede “ir tirando”. Pero “lo que se tira” es la misma vida, la única que tengo.


    Vivir sin esperanza, no es sobrevivir, sino malvivir. Vivir destruyéndose. Pero ¿qué esperanza es hoy posible, realista, hacedera?


    La memoria de cómo nos ha ayudado el Señor en el pasado (1 lectura), el ejemplo de los grandes creyentes, que por eso fueron grandes esperantes (2 lectura) y el haber sido elegidos de Dios y contar con su amor misericordioso (salmo), hacen que la alabanza, la confianza y la acción de gracias puedan estar presentes, dinamizando nuestro ánimo y nuestros proyectos vitales.








LECTURAS

Primera lectura del libro de la Sabiduría 18, 6-9


La noche de la liberación les fue preanunciada a nuestros antepasados, para que, sabiendo con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo.
Tu pueblo esperaba la salvación de los justos
y la perdición de los enemigos,
pues con lo que castigaste a los adversarios,
nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti.
Los piadosos hijos de los justos ofrecían sacrificios en secreto y establecieron unánimes esta ley divina:
que los fieles compartirían los mismos bienes y peligros, después de haber cantado las alabanzas de los antepasados.


Salmo 32. R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.


Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.


Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.


Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.


Segunda lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19


Hermanos: 
La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.
Por ella son recordados los antiguos.
Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.
Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.
Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia».
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.


Evangelio según San Lucas 12, 32-48


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».






Parte 4. Cómo debemos orar

 

PRIMERA SECCIÓN. La oración en la vida cristiana

 

CAPÍTULO TERCERO. El camino de la oración

 

SEGUNDA SECCIÓN. La oración del Señor. El Padrenuestro


519 ¿Qué quiere decir: «santificado sea tu Nombre»?

Santificar el Nombre de Dios quiere decir ponerlo por encima de todo. El «nombre» en la Sagrada Escritura señala la verdadera esencia de una persona. Santificar el nombre de Dios significa hacer justicia a su realidad, reconocerlo, alabarlo, hacerlo respetar y honrar, y vivir conforme a sus mandamientos.

520 ¿Qué quiere decir «venga a nosotros tu reino»?

Cuando decimos «venga a nosotros tu reino», pedimos que Cristo regrese, como ha prometido, y que se implante definitivamente la soberanía de Dios, que ya ha comenzado aquí. Frangois Fénelon dice: «Querer todo lo que Dios quiere, quererlo siempre, en toda ocasión y sin reservas, esto es el reino de Dios que está en el interior»

521 ¿Qué quiere decir «hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo»?

  Cuando oramos para que se cumpla universalmente la voluntad de Dios, pedimos que en la tierra y en nuestro propio corazón sea ya todo como es en el cielo. Mientras nos apoyemos en nuestros propios planes, en nuestros deseos y en nuestras ideas, la tierra no se podrá convertir en el cielo. Uno quiere esto, el otro quiere lo otro. Pero nuestra felicidad la encontramos cuando queremos conjuntamente lo que Dios quiere. Orar es hacer sitio en esta tierra, paso a paso, a la voluntad de Dios.

522 ¿Qué quiere decir «danos hoy nuestro pan de cada día»?

Pedir el pan de cada día nos convierte en personas que lo esperan todo de la bondad de su padre celestial, también los bienes materiales y espirituales necesarios para vivir. Ningún cristiano puede formular esta petición sin pensar en su responsabilidad real por todos aquellos a quienes en el mundo les falta lo necesario para vivir.


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