jueves, 4 de agosto de 2022

HOMILÍA DEL DÍA DE LAS NIEVES 2022

 María fuente de consuelo y esperanza


a) Primera LecturaEclesiástico 24,9-12.19-22 “Yo soy madre de la esperanza santa” (Pág 148)

b) Salmo responsorialIs 12,2-3.4bcd. 5-6 “Sacaremos agua con gozo de la fuente de salvación” (María Consuelo y Esperanza nuestra) (Pág 166)

c) Segunda LecturaIICor 1,3-7 “Dios nos alienta para poder alentar a los demás en cualquier lucha” (Pág 166)

d) EvangelioLc 1,39-56 “¿quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Pág 178)


Este año, con acierto, por lo menos para nuestras comunidades parroquiales, que vienen del otro lado de la isla, que han sido intensamente castigados por las consecuencias de la erupción volcánica, han elegido el título para reflexionar en este día: “María, fuente del consuelo y esperanza”


Todas las lecturas nos animan a la esperanza. 

Por hacer un recorrido por ellas, la primera lectura del Eclesiástico: yo soy la madre de la esperanza santa. Que aunque no se refería a María, el pueblo cristiano, los pastores y toda la tradición la hemos llamado Madre de la Esperanza. 


En el salmo cantábamos: “sacaremos agua con gozo de la fuente de la salvación”. También el salmo nos invita a la esperanza porque podremos sacar agua “con gozo”, pero de la fuente de la salvación.


La segunda lectura nos invita también a mirar a Dios como quien nos anima en la lucha, en la desolación para poder animar al resto.


En el evangelio contemplamos la Visitación de María a su prima Isabel: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”

Quisiera desgranar tres ideas:

1.- María nos visita

2.- María es la madre de la esperanza

3.- Nos alienta para alentar a los demás.


1.- María nos visita. 


En estos años durísimos: pandemia, volcán, quisiera remarcar la idea de que María es la que nos visita. Y en ésto repito la reflexión que di en el día del Carmen. Muchas veces las procesiones tienen esta finalidad (la simbología de que María va por nuestras calles, plazas, etc). 


Sin embargo, tenemos que decir que es la realidad. Es un axioma de nuestra fe: aunque no lo sintamos, no seamos conscientes. 


La realidad es que María está continuamente visitándonos. María está continuamente a nuestro lado. No se ha ido nunca. No se irá nunca. No nos suelta de su mano. Como cuando un niño pequeño no se suelta de la mano de su padre o madre. Así estamos nosotros siempre. 


¿Cómo es esta visita de María? ¿Qué produce si somos conscientes?

La visita de María siempre es para estar a nuestro lado, protegernos. Nunca estamos solos. Los organizadores han propuesto para este día el evangelio de la visita de María a su prima Isabel. Es la visita principal de María. Isabel, ya mayor se sentía dejada de la mano de Dios, por eso el nombre de Juan (Dios tiene misericordia) y recibe, en su estado, la visita de María, no su prima, sino la madre de su Señor. Dios tiene misericordia de Isabel porque queda embarazada y por la visita de María.

La principal es la que hace a su prima Isabel. Y fue maravillosa: la criatura saltó de alegría en su vientre y se llenó Isabel del Espíritu Santo. 


La palabra griega para «alegría» es chara, derivada de la palabra charis, que es la palabra griega para «gracia». Esto es significativo, ya que la chara es producida por el charis de Dios. Esto significa que la «alegría» no es una felicidad humana que va y viene, sino que la verdadera «alegría» es de origen divino. Es una expresión dada por el Espíritu que florece mejor en tiempos difíciles. Por ejemplo, en, 1 Tesalonicenses 1, 6 los tesalonicenses se encontraban bajo una gran tensión debido a la persecución; sin embargo, en medio de todo ello, seguían experimentando una gran alegría. El griego implica fuertemente que su alegría sobrenatural se debía al Espíritu Santo que actuaba en ellos. Pablo incluso lo llamó la «alegría del Espíritu Santo».

Se


Esta visita la necesitamos nosotros. Que María nos traiga la alegría. La necesitamos. Necesitamos esa alegría de Dios que está por encima de las circunstancias.


Necesitamos de esa alegría. Para que no estemos anclados de las situaciones favorables, sino que tengamos la alegría de poder campear los temporales. 


2.-María es la madre de la esperanza.


María es la madre de la esperanza, que es Jesús. Nadie mejor que María para enseñarnos lo que es la esperanza.

Nadie mejor que María para que nos llene de su esperanza.

Decimos en Adviento que María es la mejor que ha preparado el nacimiento de Jesús.

Su cuerpo, pero antes su corazón. 

La esperanza tiene un gatillo, un botón, un comienzo, una puerta abierta y no es otra sino las palabras de María: Hágase en mí según tu Palabra.

María nos enseña que la esperanza no es tener optimismo, sino es darle a Dios el papel protagonista. Seguir creyendo en Dios y dejarle hacer. Porque cuando eso lo hacemos, siempre hay esperanza. Él es la esperanza.

Que aprendamos a decir a Dios: hágase en mí según tu Palabra.

Como hizo el nuevo santo, San Carlos de Foucauld (permítanme que la diga entera):


Padre mío,

me abandono a Ti.

Haz de mí lo que quieras.


Lo que hagas de mí te lo agradezco,

estoy dispuesto a todo,

lo acepto todo.

Con tal que Tu voluntad se haga en mí

y en todas tus criaturas,

no deseo nada más, Dios mío.


Pongo mi vida en Tus manos.

Te la doy, Dios mío,

con todo el amor de mi corazón,

porque te amo,

y porque para mí amarte es darme,

entregarme en Tus manos sin medida,

con infinita confianza,

porque Tu eres mi Padre.


No siempre es fácil decirlo.

No siempre nos lo creemos.

No siempre tenemos fuerzas.


Hagámoslo de la mano de María. Como cuando éramos pequeños. Cojámosla de la mano y dígamosla fuertemente agarrados a ella.



3.- Nos alienta para alentar a los demás.


En la segunda lectura se nos mencionaba que esa esperanza podremos infundirla en los demás. Y lo podemos hacer porque no es nuestra.

No nos la infundimos nosotros, sino que nos abrimos a la que nos da Dios, mediante María.

Es la que les dio el Beato Ignacio de Acevedo a los demás compañeros para dar la vida.

Es una tarea bonita. Infundir esperanza en los demás.

Repito, esta esperanza no es un optimismo.

Esta esperanza no es el espíritu humano, que muchas veces decimos.

Esta esperanza no es aquello que se dice: burro cargado coge camino.


Es una “virtud teologal”, por tanto, viene de Dios.

El futuro, humanamente hablando, se ve muy oscuro, negro.

Y todo va muy lento:

-las zonas de exclusión en las cuales todavía no se sabe cuando podrán volver. Sus vecinos desesperados por volver a sus casas, y muchas veces sin derechos a algunas ayudas.

-las ayudas vienen como cuentagotas.

-las soluciones habitacionales van para largo. (Y no echo la culpa a las autoridades)

-la picaresca (con una palabra muy suave) entorno al alquiler y compra de viviendas. 

Y más situaciones complicadas que viven nuestros vecinos.


La esperanza es capaz de infundirnos alegría en medio de esas situaciones, no porque cambien, sino porque Dios nos infunde su alegría. 

Tantas personas que necesitan de esa esperanza, de ser escuchados, de que les dediquen tiempo, que les acompañen, que les ayuden.

Tanto por hacer, también nosotros. Porque María es la Madre de la Esperanza. Y porque es nuestra Madre, ahora nosotros, los cristianos, nos deberemos llamar, la comunidad de la esperanza porque tenemos a María por madre.


No rehuyas de esta llamada de Dios, a formar una comunidad de la esperanza, en sinodalidad.

La sociedad nos está llevando (en palabras del Papa) por el individualismo y el espiritualismo. 

Para muestra un botón (en este caso, dos):

En Cáritas hemos hecho un llamamiento para personas que quieran acompañar a mayores: tanto por hacer, sin embargo, pocos voluntarios. 


También a través de Cáritas se ha movido con los Camilos una formación para la escucha. Ya algunos han ido tirando la toalla…

Quizá todavía no hemos comprendido bien las características de la esperanza cristiana: no me la infundo yo sino que es don de Dios y se nos da en la medida que nos entreguemos a ella: hágase en mi según tu Palabra. 


Y la llamada es clara y para todos.

El futuro sólo podrá ser venturoso si ponemos a Dios en la ecuación.

No tengamos miedo. Ella es la madre de la esperanza.