domingo, 31 de julio de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 3 DE AGOSTO DE 2022

Mt 15,21-28: Mujer, qué grande es tu fe.


En aquel tiempo, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón.

Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

«Atiéndela, que viene detrás gritando».

Él les contestó:

«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».

Ella se acercó y se postró ante él diciendo:

«Señor, ayúdame».

Él le contestó:

«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella repuso:

«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».

Jesús le respondió:

«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».

En aquel momento quedó curada su hija.


«Ella se acercó y se postró ante Jesús diciendo: Señor, ayúdame».

De nuevo vuelve a aparecer, ahora en boca de una mujer extranjera el «mantra» invocando a Jesús: «Señor, ayúdame».
Y estas dos palabras brotan de los labios de esta mujer porque desde su profunda fe las ha pronunciado antes en su corazón.
No son dos palabras huecas y sin sentido. Son palabras de fe y de confianza en Jesús.
Jesús, que en principio parece no atender la petición de la mujer, termina reconociendo la grandeza de su fe y haciendo que se cumpla su petición.
Piensa en situaciones cercanas a tí y que quieras poner hoy a los pies de Jesús.
Y, como la mujer de este evangelio, póstrate ante Él con mucha fe y repite muchas veces el mantra de hoy: «Señor, ayúdame».
El Señor escuchará tu súplica. 

Antonio María Sanjuán Marín, cmf