domingo, 31 de julio de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 1 DE AGOSTO DE 2022

  Mt 14,13-21: Alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente.


En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.

Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:

«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».

Jesús les replicó:

«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».

Ellos le replicaron:

«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».

Les dijo:

«Traédmelos».

Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


Volvemos de nuevo a los comentarios al evangelio del día. Comenzamos el mes de Agosto. En pleno verano. En plenas vacaciones de muchas personas.

Y Jesús sigue invitándonos a seguirle. En el día de hoy, la Iglesia nos propone una de las multiplicaciones de panes y peces. Como suelo hacer, sólo me fijo en el título.


La clave de Jesús es que siempre toma su mirada al cielo. Hemos dicho en este fin de semana que la espiritualidad cristiana no es desencarnada, que se desentiende de los acontecimientos, que se refugia en los problemas. Jesús, al revés, los afronta, se implica, pero siempre mirando al cielo.


Jesús sabe que todo está en manos de Dios, a él le lleva todo. Esta es la diferencia entre él y yo, por ejemplo. Tiene una confianza ilimitada en el Padre y como actúa. 


Me gustaría poder tener esa mirada fija en el cielo, en cada acontecimiento, para ver la luz de Dios, llenarme de su esperanza y revestirme de su caridad.