sábado, 16 de mayo de 2020

HOMILíA DÍA DE LA VIRGEN DE FÁTIMA 2020

Mi madre tenía razón. Cuantas veces, con lágrimas y con la mejilla enrojecida, llegamos a la conclusión, de pequeños y de grandes. Yo creo que ésta es una experiencia casi universal. Nuestras madres nos advierten de los peligros y de cuando nos desviamos del camino correcto. Y si caíamos, nos decía. No te lo dije yo.
Igualmente podemos decir de nuestra Madre la Virgen María a la que celebramos hoy en la advocación de Fátima. Según pude investigar, parece que su significado es “la mujer única”. Y eso es lo que venimos a decir hoy, María, es la mujer única.
Ella ya no los advirtió. Y no voy a entrar en los mensajes de las apariciones, sino simplemente lo dijo hace 2000 años y sigue siendo actual hoy en día: “Haced lo que Él os diga”.
Y tenemos que reconocer que no hemos hecho lo que Jesús nos ha dicho. Hemos construido nuestra sociedad de progreso, en muchos ámbitos, al margen de Dios. San Juan Pablo II, llamaba “el eclipse de Dios“. 
Este virus, lo más pequeño de la naturaleza, incluso he oído que no todos lo consideran un ser vivo, nos ha tambaleado todos los cimientos de nuestra sociedad. Nos ha desnudado por completo. Nos ha abierto a la verdadera realidad. 
El hombre en la prosperidad no comprende —dice un salmo de la Biblia—, es como los animales que perecen» (Sal 49,21). ¡Qué verdad es!
“Mientras pintaba al fresco la catedral de San Pablo en Londres, el pintor James Thornhill, en un cierto momento, se sobrecogió con tanto entusiasmo por su fresco que, retrocediendo para verlo mejor, no se daba cuenta de que se iba a precipitar al vacío desde los andamios. Un asistente, horrorizado, comprendió que un grito de llamada sólo habría acelerado el desastre. Sin pensarlo dos veces, mojó un pincel en el color y lo arrojó en medio del fresco. El maestro, estupefacto, dio un salto hacia adelante. Su obra estaba comprometida, pero él estaba a salvo. 
Así actúa a veces Dios con nosotros: trastorna nuestros proyectos y nuestra tranquilidad, para salvarnos del abismo que no vemos. 
Pero atentos a no engañarnos. No es Dios quien ha arrojado el pincel sobre el fresco de nuestra orgullosa civilización tecnológica. ¡Dios es aliado nuestro, no del virus! «Tengo proyectos de paz, no de aflicción», nos dice él mismo en la Biblia (Jer 29,11).” Son palabras de Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia que le predicó el Viernes Santo al Papa.
Es verdad que este virus ha arrasado con todo, pero no todo es malo, no todo es muerte, no todo es desolación. La Madre nos sigue recordando: “haced lo que Él os diga”.
Varios aprendizajes: 
  1. No somos tan poderosos, ni tan siquiera lo tenemos todo controlado. En definitiva, no somos dioses, que podamos vivir sin estar cogido de la mano de nuestro Padre. Somos criaturas.
  2. La salud es importante, y es verdad que siempre lo decíamos, pero no de esta manera, y valoramos más ahora la vida y los ratos y momentos que tenemos.
  3. No estamos solos, vivimos en una casa común. Este paró del mundo ha, según algunos “trastocado la naturaleza”, pero es al revés, la trastocamos nosotros. Y hemos visto animales acercarse a las ciudades, animales libres y felices de no estar amenazados por la mano del hombre. Una experiencia personal en el Amazonas: todos los animales nos huyen porque somos nosotros la mayor amenaza. Sabemos del cambio climático, de los gases de efecto invernadero, de la contaminación. Y no fuimos capaces de poner medios eficaces, ni ellos ni nosotros. El expresidente de Uruguay, D. José Mújica dijo algo muy sabio: “cuando queremos, podemos”. Incluso he oído en estos días a un científico del CSIC diciendo que teníamos la cura hace muchos años: porque la biodiversidad nos protegía de la zoonosis.
  4. La corriente de la solidaridad. Vivimos aislados de los demás. Todavía se ve por ahí algunos insolidarios, egoístas e irresponsables. Pero la solidaridad, el amor, la fraternidad, el espíritu humano siempre gana.
  5. Y por último, por decir sólo unas cuantas. Estábamos aislados de nosotros mismos. No teníamos tiempo de pensar, meditar, ordenar ideas, conocernos, aceptarnos, etc. Y en este tiempo, se nos ha dado la oportunidad para ello. Si lo hemos aprovechado, hemos ganado.
Pidámosle a la Virgen María de Fátima, nuestra Madre, que interceda ante el Padre para que cese la pandemia, pidámosle a ella por todos sus hijos que han fallecido, que lo están pasando mal, y sobretodo, pidámosle que caminemos “haciendo lo que Él nos dice”.