miércoles, 25 de octubre de 2023

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.

 






La ley es el AMOR




HOJA PARROQUIAL

28 y 29 de Octubre de 2023
Domingo XXX del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima Tijarafe

Textos tomados de la página web de acción católica. Dibujo obra de Fano



" Amaras al Señor tú Dios con todo tu corazón"


• Jesús se encuentra en un ambiente de confrontación, que es muy útil para nosotros porque en esos encuentros deja claras muchas cosas, son clarificadores. Hoy Jesús forzado por el experto en la Ley nos muestra cuál es el mandamiento principal, cuál es nuestra principal obligación. Jesús lo resume en el AMOR. Amor a Dios (37) y amor a los demás (39). 

• La respuesta de Jesús al entendido en la Ley para nosotros que hemos crecido dentro de la cultura religiosa cristiana es posible que la veamos como algo normal. No lo era tanto dentro del judaísmo donde existían 365 mandamientos negativos y 248 positivos. Dentro de ese bosque de mandamientos ¿cuál era el más importante?, ¿todo valía lo mismo? Dentro de esa maraña de leyes ¿cuál era el mandamiento principal? 

• Esta era una preocupación para muchos buenos judíos. Jesús de entre los 613 mandamientos que tenían que saber y practicar escoge estos dos que a la hora de la verdad se resume en uno: AMAR. Por ello, a la hora de la verdad, deberíamos estar muy agradecidos al experto en la ley por la pregunta que le hace a Jesús y por tanto por la respuesta que Jesús le da.

• Para Jesús la primera obligación de todo ser humano es amar a Dios. Amar a Dios que no es sólo no blasfemar o participar en las celebraciones religiosas… Amar a Dios es querer lo que Dios quiere, es cumplir su voluntad, hacer lo que Él quiere. El texto dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente” (37), para amar de verdad se requiere a un amor íntegro, total, incondicional. Es el absoluto de Dios que pide a los creyentes un amor total, sin límites. 

• La originalidad de Jesús no está en este primer mandamiento que los judíos piadosos ya recitaban dos veces al día en su oración, la “Shemá”, “Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt. 6, 4-5). La novedad de Jesús se encuentra sobre todo en la segunda parte de la respuesta en la que establece una relación de semejanza entre el primer y el segundo mandamiento (39).
 
• Así dice Jesús: el segundo mandamiento es: “amar a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús sitúa el segundo mandamiento al nivel del primero. De dos mandamientos Jesús hace uno y nos da la pauta, la manera de cómo hemos de estimar al prójimo: como nos estimamos a nosotros mismos. 

• Por otra parte el propone una amor desinteresado, que no busca recompensa alguna y por último el amor que Jesús propone es un amor ilimitado, un amor, como decimos, hasta la última gota. 

• Para Jesús en el amor a Dios y al prójimo encontramos la síntesis de toda la revelación divina, ahí está la identidad cristiana. Con razón San Juan de la Cruz nos dice que “al atardecer de la vida te examinarán en el amor”. Y según Jesús así nos lo describe en la parábola del juicio final: “Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me distéis de comer…” (Mt 25, 35).





              LECTURAS


Primera lectura del libro del Éxodo 22, 20-26 

Esto dice el Señor:
«No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.
No explotarás a viudas ni a huérfanos. Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo».

Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu ungido. R/.


Segunda lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c-10

Hermanos:
Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
No solo ha resonado la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya desde vuestra comunidad, sino que además vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Evangelio Según San Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».


4. Próximos Pasos

98. Mirar al futuro del proceso sinodal requiere considerar dos horizontes temporales muy diferentes. El primero es el horizonte a largo plazo, en el que la sinodalidad toma la forma de una perenne llamada a la conversión personal y a la reforma de la Iglesia. La segunda, claramente al servicio de la primera, es la que centra nuestra atención en los encuentros de la Etapa Continental que estamos viviendo.
4.1 Un camino de Conversión y reforma 
99. En las síntesis, el Pueblo de Dios expresa el deseo de ser menos una Iglesia de mantenimiento y conservación, y más una Iglesia misionera. Surge un vínculo entre el incremento de la comunión a través de la participación y el fortalecimiento del compromiso con la misión: la sinodalidad conduce a la renovación misionera. Como dice la síntesis de España: «consideramos que la comunión ha de conducirnos a un estado permanente de misión: encontrarnos, escucharnos, dialogar, reflexionar, discernir juntos son acciones con efectos positivos en sí mismas, pero no se entienden si no es con el fin de impulsarnos a salir de nosotros y de nuestras comunidades de referencia para la realización de la misión que tenemos encomendada como Iglesia» (CE España). 
100. El Pueblo de Dios ha experimentado la alegría de caminar juntos y el deseo de seguir haciéndolo. El modo de conseguirlo como una comunidad católica verdaderamente global es algo que todavía está por descubrirse del todo: «caminar de un modo sinodal, escuchándose recíprocamente, participando en la misión y comprometiéndose en el diálogo, tiene probablemente una dimensión de “ya y todavía no”: está presente, pero todavía queda mucho por hacer. Los laicos son capaces, están llenos de talentos y se muestran dispuestos a contribuir cada vez más, siempre que se les den oportunidades para hacerlo. Las investigaciones y estudios adicionales a nivel parroquial pueden abrir otras vías en las que la contribución de los laicos puede ser inmensa y el resultado sería una Iglesia más vibrante y floreciente, que es el objetivo de la sinodalidad» (CE Namibia). Somos una Iglesia que aprende, y para ello necesitamos un discernimiento continuo que nos ayude a leer juntos la Palabra de Dios y los signos de los tiempos, para proceder en la dirección que el Espíritu nos señala.
101. Al mismo tiempo, caminar juntos como Pueblo de Dios requiere que reconozcamos la necesidad de una conversión continua, individual y comunitaria. En el plano institucional y pastoral, esta conversión se traduce en una reforma igualmente permanente de la Iglesia, de sus estructuras y de su estilo, siguiendo las huellas del impulso al aggiornamento continuo, legado precioso que nos ha dejado el Concilio Vaticano II, al que estamos llamados a mirar mientras celebramos su 60º aniversario. 
102. En el camino de conversión y reforma, nos apoyamos en los dones que hemos recibido durante el primer año del proceso sinodal, a partir de la contemplación de lo que Jesús nos muestra continuamente en los Evangelios: la atención libre y gratuita al otro, que está en la base de la escucha, no es un recurso limitado que hay que guardar celosamente, sino una fuente desbordante que no se agota, sino que crece cuanto más se recurre a ella. La escucha y el diálogo son el camino para acceder a los dones que el Espíritu nos ofrece a través de la variedad multiforme de la única Iglesia: carismas, vocaciones, talentos, habilidades, lenguas y culturas, tradiciones espirituales y teológicas, diferentes formas de celebrar y dar gracias. Las síntesis no piden uniformidad, sino que aprendamos a crecer en una sincera armonía que ayude a los creyentes a cumplir su misión en el mundo, creando los vínculos necesarios para caminar juntos con alegría. 
103. El mensaje del Sínodo es sencillo: estamos aprendiendo a caminar juntos y a sentarnos juntos para partir el único pan, para que cada uno y cada una encuentre su lugar. Todos están llamados a participar en este viaje, nadie está excluido. Nos sentimos llamados a ello para poder anunciar de forma creíble el Evangelio de Jesús a todos los pueblos. Este es el camino que pretendemos seguir en la Etapa Continental.