martes, 24 de enero de 2023

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

  








  HOJA PARROQUIAL


28 y 29 de Enero de 2023
Domingo IV del Tiempo Ordinario. Ciclo A.


Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Dichosos...”



    En el lenguaje común relacionamos la dicha con algo bueno, con algo que provoca gozo interior y con una indecible felicidad que viene de lo profundo de nuestro ser. Para cualquier persona religiosa la dicha verdadera es sentirse en comunión con la divinidad, con Dios. La persona religiosa sabe que vive en este mundo y que se siente ciudadano de la tierra, pero al mismo tiempo, aunque no sepa explicar cómo, también sabe que no es ni pertenece por entero a este mundo, se sabe ciudadano de un espacio y de un tiempo que están más allá de todo aquello que percibe por sus sentidos.

La experiencia religiosa cristiana nace del encuentro entre el ser humano y el espíritu de Jesús resucitado de entre los muertos. Jesús, el Cristo, está presente en medio de nosotros de manera espiritual, que es una manera de ser de la realidad. El cristiano, como persona religiosa, se sabe acompañado de Dios por medio de su Palabra, por medio de gestos y símbolos sacramentales, por medio de acciones portadoras de consuelo y de sentido. El creyente sabe que Dios existe y que su presencia es tan real como el aire que respira, aunque no pueda verlo con sus ojos sensibles.

Las Bienaventuranzas del Evangelio son verdaderas consolaciones porque la persona religiosa, el creyente, como parte de la creación del mundo, no puede dejar de experimentar la desgracia, el dolor, la angustia, la decepción, el sufrimiento, etc. Sin embargo, y al mismo tiempo, encuentra en su experiencia religiosa la fuerza y el impulso necesarios para sobreponerse a todo aquello que es negatividad y que amenaza a su vida y persona. Las consolaciones son momentos trascendentales en nuestra existencia porque por medio de ellas la esperanza descubre que el cielo y la tierra no son dimensiones separadas ni desconectadas entre sí, antes, al contrario, intuye que forman parte de una misma realidad salidas de la mano del creador.











LECTURAS


Primera lectura de la profecía de Sofonías 2, 3; 3, 12-13


Buscad al Señor los humildes de la tierra,
los que practican su derecho,
buscad la justicia, buscad la humildad,
quizá podáis resguardaros
el día de la ira del Señor.

Dejaré en ti un resto,
un pueblo humilde y pobre
que buscará refugio en el nombre del Señor.

El resto de Israel no hará más el mal,
no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán,
y no habrá quien los inquiete.


Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.


El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.


El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.


Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad. R/.


Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31


Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos
aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así —como está escrito—: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».


Evangelio según san Mateo 5, 1-12a


En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».








INTRODUCCIÓN


    7. Dentro de este camino, que está lejos de concluir, es donde el DEC se sitúa y encuentra su sentido. Ante la Etapa Continental del proceso sinodal, este documento reúne, en torno a ciertos núcleos temáticos, las esperanzas y preocupaciones del Pueblo de Dios disperso por toda la tierra. De este modo, ofrece a las Iglesias locales la oportunidad de escucharse entre ellas, en vista de las Asambleas Continentales de 2023, cuya tarea es elaborar un elenco de prioridades, sobre las que operará el discernimiento de la Primera Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar del 4 al 29 de octubre de 2023. 


8. El hecho de querer aclarar la función propia de este documento, también nos permite destacar lo que no es: no es un documento conclusivo, porque el proceso está lejos de finalizar; no es un documento del Magisterio de la Iglesia, ni el informe de una encuesta sociológica; no ofrece la formulación de indicaciones operativas, de metas y objetivos, ni la elaboración completa de una visión teológica, aunque incluye el precioso tesoro teológico contenido en el relato de una experiencia: la de haber escuchado la voz del Espíritu por parte del Pueblo de Dios, permitiendo que surja su sensus fidei. Pero también es un documento teológico en el sentido de que está orientado al servicio de la misión de la Iglesia: anunciar a Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo. 


9. Para evitar malentendidos en su lectura, es esencial tener en cuenta la naturaleza peculiar del DEC, así como su estructura. El Documento se inicia con un capítulo que ofrece, no una mera crónica, sino una narración, a la luz de la fe, de la experiencia de sinodalidad vivida hasta ahora a partir de la consulta al Pueblo de Dios en las Iglesias locales y del discernimiento de los Pastores en las Conferencias Episcopales: traza un esquema, presenta las dificultades encontradas y los frutos más significativos recogidos, identificando las piedras angulares de lo que constituye una auténtica experiencia colectiva de la fe cristiana. De este modo, no ofrece una definición de la sinodalidad en sentido estricto —para lo cual se pueden remitir al Documento Preparatorio (DP) o a los materiales señalados en el sitio web del Sínodo (www.synod.va)—, sino que expresa el sentido compartido de la experiencia de la sinodalidad vivida por los participantes. Lo que surge es una profunda reapropiación de la dignidad común de todos los bautizados, auténtico pilar de la Iglesia sinodal y fundamento teológico de esa unidad que es capaz de resistir el impulso al uniformismo y valora la diversidad de vocaciones y carismas que el Espíritu derrama sobre los fieles con una abundancia inesperada. 



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