miércoles, 23 de noviembre de 2022

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO I DE ADVIENTO. CICLO A

   


















  HOJA PARROQUIAL


26 y 27 de Noviembre de 2022
Domingo I de Adviento. Ciclo A.


Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Estén en vela”



   Así empieza la liturgia de Adviento. Un tiempo que, con su invocación ¡Ven, Señor!, acentúa el sentido de cada domingo, porque cada domingo es una celebración de la venida de Jesús, recordamos la Pascua del amor entregado de Cristo, el Señor nos invita a sentarnos a su mesa, y a la vez nos anticipa las primicias de la mesa del Reino.


    «Al final de los días», dice el profeta. Esos días finales son los del Mesías, los de Jesucristo. Serán días en que Dios estará más cercano, a nuestro alcance; una luz poderosa brillará desde lo alto de un monte; la Palabra de Dios resonará en nuestros corazones; todos los pueblos escucharán mensajes de libertad y esperanza; las armas se enterrarán y la paz se impondrá progresivamente; el otro ya no será rival sino huésped, y en el rostro de todos veremos a Cristo.


    Son sueños que se hicieron realidad en Jesucristo, pero seguimos soñando. Él es profecía cumplida. En Cristo el final de los días fue ayer, es hoy, será mañana. Son las tres dimensiones de la venida de Cristo que reúne el Adviento: Nos prepara para recordar el hecho histórico de su Encarnación, nos recuerda su presencia actual entre nosotros, y nos abre a la esperanza de la consumación de todo en Él.


  Necesitamos recuperar la capacidad de soñar. Una característica de nuestro tiempo es el desencanto, la decepción. Muchas personas prescinden de las grandes ilusiones e ideales, y buscan su propia satisfacción y felicidad inmediata. El Adviento quiere ofrecernos motivos de esperanza.

     

    Nos recuerda que Dios es la plenitud de la Vida, que ama el mundo, que vino a él, que sigue estando presente y que vendrá. Su venida salvadora, para la que se nos invita a prepararnos, es el gran mensaje de este tiempo.









LECTURAS


Primera lectura del libro de Isaías 2, 1-5:


Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.


Salmo 121 R/. Vamos alegres a la casa del Señor


¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.


Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.


Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.


Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor,
nuestro Dios, te deseo todo bien. R/.


Segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13, 11-14a


Hermanos:
Comportaos reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz.
Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo.


Evangelio según san Mateo 24, 37-44


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».








DEFINICIONES

 

SANTIDAD Es el primer atributo de Dios. En latín existe la palabra «fanum» para lo divino, lo puro, aquello que está separado de lo profano, lo cotidiano. Dios es el totalmente otro, el «Santo de Israel» (Is 30,15); Jesús viene al mundo como el «Santo de Dios» (Jn 6,69). En él se puede ver lo que es «santo»: amar sin límites, misericordiosamente, ayudando y sanando, hasta la culminación en la Cruz y la Resurrección.


SANTO (lat. = santo). El «Sanctus» es una de las partes más antiguas de la Santa Misa. Se remonta al siglo VIII antes de Cristo (!) y no puede faltar nunca. Este canto se compone de la aclamación de los ángeles en Is 6,3 y de una exclamación de saludo referida a la presencia de Cristo en el salmo 118,25s.


SUCESIÓN APOSTÓLICA (Lat. successio = serie, sucesión): La serie, no interrumpida desde los apóstoles, de los obispos, sus sucesores en el episcopado. Tal como Jesús otorgó su poder a los apóstoles, se transmite éste desde entonces mediante la imposición de las manos y la oración, de obispo en obispo, hasta la venida del Señor.


SUPERSTICIÓN La suposición irracional de que determinadas frases, acciones, sucesos y objetos contienen en amar sin límites, misericordiosamente, ayudando y sanando, hasta la culminación en la Cruz y la Resurrección.


SANTO (lat. = santo). El «Sanctus» es una de las partes más antiguas de la Santa Misa. Se remonta al siglo VIII antes de Cristo (!) y no puede faltar nunca. Este canto se compone de la aclamación de los ángeles en Is 6,3 y de una exclamación de saludo referida a la presencia de Cristo en el salmo 118,25s.


SUCESIÓN APOSTÓLICA (Lat. successio = serie, sucesión): La serie, no interrumpida desde los apóstoles, de los obispos, sus sucesores en el episcopado. Tal como Jesús otorgó su poder a los apóstoles, se transmite éste desde entonces mediante la imposición de las manos y la oración, de obispo en obispo, hasta la venida del Señor.





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