jueves, 25 de agosto de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE AGOSTO DE 2022

 Mt 25,1-13: ¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.

Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.

Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.

El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó una voz:

“¡Qué llega el esposo, salid a su encuentro!”.

Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.

Y las necias dijeron a las prudentes:

“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. 

Pero las prudentes contestaron:

“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”.

Pero él respondió:

“En verdad os digo que no os conozco”.

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».


A medianoche se oyó una voz: ¡Qué llega el esposo, salid a su encuentro!

El evangelio centra su atención en esa voz. No sólo es una advertencia, es una alegría enorme la llegada del esposo. Llega tarde, pero llega.

Y llega cuando se han dormido las vírgenes.

Pero unas habían hecho sus deberes y las otras no.

Nuestro esposo también se demora. Nos quiere mantener en tensión, pero nos vamos aflojando, nos vamos cansando. No podemos esperar.

Y hay situaciones que no pueden esperar, pero nadie mejor que el esposo para saber cuando llegar.


Por eso, animémonos pensando en su llegada, aunque ésta se retrase. Pero cuando llega, se celebra una gran fiesta.