30 y 31 de Julio de 2022
“Lo que has acumulado, ¿de quién será?”
La avaricia es una de las grandes tentaciones que pueden asaltar al ser humano, en toda época. Nos impide valorar lo que es cada persona y lo que uno tiene. Una persona avariciosa que vive para acaparar, acumular, enriquecerse, solo piensa en sí misma y no en los demás.
Jesús aprovecha la parábola para advertirnos del peligro de poner toda nuestra confianza y esfuerzos en los bienes terrenales. Y hasta hace intervenir en ella al propio Dios: “Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?”.
Buscar los bienes de arriba, ser rico ante Dios, es vivir en hermandad y solidaridad, trabajar para que haya más fraternidad, desde la caridad con todos. Se trata de gastar la vida amando y sirviendo a Dios en cada hermano.
Primera lectura del libro del Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
Salmo 89 R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 1-5. 9-11
Evangelio según San Lucas 12, 13-21
Parte 4. Cómo debemos orar
PRIMERA SECCIÓN. La oración en la vida cristiana
CAPÍTULO TERCERO. El camino de la oración
SEGUNDA SECCIÓN. La oración del Señor. El Padrenuestro
516 ¿Cómo pueden los hombres llamar «Padre» a Dios, si han sido atormentados o abandonados por su padre o por sus padres?
Los padres y las madres alteran a veces la imagen de un Dios paternal y bondadoso. Pero nuestro Padre del cielo no es idéntico a nuestras experiencias humanas de paternidad y maternidad. Debemos purificar nuestra imagen de Dios de todas nuestras ideas personales, para poder encontrarnos con él con una confianza plena. Incluso personas que han sido violadas por su propio padre pueden aprender a rezar el Padrenuestro. Con frecuencia es tarea de toda su vida dejarse abandonar a un amor que le fue negado de una forma cruel por los hombres, pero que sin embargo existe de una manera maravillosa, más allá de toda comprensión humana.
517 ¿Cómo somos transformados por el Padrenuestro?”
El Padrenuestro nos permite descubrir, llenos de alegría, que somos hijos de un único Padre. Nuestra común vocación es alabar a nuestro Padre y vivir entre nosotros como «un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32). Puesto que Dios, el Padre, ama a cada uno de sus hijos con el mismo amor exclusivo, como si fuera el único ser objeto de su afecto, nosotros tenemos que tratarnos entre nosotros de un modo totalmente nuevo: llenos de paz, respeto y amor; de forma que cada uno pueda ser la regocijante maravilla, que realmente es en presencia de Dios.
518 Si el Padre está «en el cielo», ¿dónde está ese cielo?
El cielo está allí donde está Dios. La palabra cielo no indica ningún lugar, sino que designa la existencia de Dios, que no está sometido ni al tiempo ni al espacio. No debemos buscar el cielo por encima de las nubes. En cualquier lugar donde nos dirigimos a Dios en su gloria y al prójimo en su necesidad; allí donde experimentamos la alegría del amor; donde nos convertimos y nos dejamos reconciliar con Dios, allí se abren los cielos. «No donde está el cielo está Dios, sino que donde está Dios está el cielo» (Gerhard Ebeling).