miércoles, 30 de marzo de 2022

HOJA PARROQUIAL. V DOMINGO DE CUARESMA. CICLO C

   















  HOJA PARROQUIAL


2 y 3 de Abril de 2022
Domingo V de Cuaresma. Ciclo C.

Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Tampoco yo te condeno”




  Nos acercamos casi al final de la cuaresma. Ha sido un tiempo propicio para profundizar en el encuentro intimo con el Señor, la oración, y una invitación a salir de nosotros mismos para compartir la fe y la vida.


  Las lecturas de este día nos muestran la relación gratuita que Dios establece y transforma la vida. La misericordia de Dios nace de sus entrañas, brota ante personas que no pueden ofrecer nada. Es una relación que nos hace libres: Esto es lo que Isaías recuerda al pueblo que sufre el destierro, desapropiado y que ha perdido la esperanza; Esta es la mirada que Pablo comparte de su experiencia vivida en el camino de Damasco, que lo llevo a “conocer” al Señor; Esta es la vida nueva que brota en el corazón de la mujer protagonista del evangelio de hoy. El encuentro con Dios es cercanía que sana, perdona y libera.


  Como dice fr Santiago Agrelo: «¡La luz de la misericordia ha irrumpido en la oscuridad de nuestra miseria!». Por eso este es el tiempo oportuno a mirar lo nuevo que Dios realiza y ser creativos; Tiempo de audacia para lanzarnos hacia adelante abriendo caminos de vida; Tiempo de experimentar el perdón y la confianza de Jesús que nos invita a vivir de una manera diferente.








LECTURAS

Primera lectura del Profeta Isaías 43, 16–21


Esto dice el Señor,
que abrió camino en el mar
y una senda en las aguas impetuosas;
que sacó a batalla carros y caballos,
la tropa y los héroes:
caían para no levantarse,
se apagaron como mecha que se extingue.
«No recordéis lo de antaño,
no penséis en lo antiguo;
mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino en el desierto,
corrientes en el yermo.
Me glorificarán las bestias salvajes,
chacales y avestruces,
porque pondré agua en el desierto,
corrientes en la estepa,
para dar de beber a mi pueblo elegido,
a este pueblo que me he formado
para que proclame mi alabanza».


Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.


Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas, 
la lengua de cantares. R/.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.


Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 3, 8-14


Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.


Evangelio según San Juan 8, 1-11


En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».





Parte 4. Cómo debemos orar


PRIMERA SECCIÓN. La oración en la vida cristiana


CAPÍTULO PRIMERO. Orar: Cómo Dios nos regala su cercanía


476 ¿Cómo oró Jesús ante la muerte?

 

Ante la muerte Jesús experimenta toda la profundidad del miedo humano. Sin embargo sacó fuerzas para confiar en el Padre celeste también en esta hora: «¡Abbá, Padre!; tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres» (Mc 14,36). «La necesidad enseña a orar». Casi todas las personas experimentan esta verdad en sus vidas. ¿Cómo oró Jesús cuando experimentó la amenaza de la muerte? Lo que le movía en esas horas era la disposición absoluta a abandonarse en el amor y el cuidado de su Padre. No obstante, Jesús pronunció la más impenetrable de las oraciones, que tomó de las oraciones judías de los moribundos: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mc 15, 34; según el salmo 22,1). Toda desesperación, toda queja, todo lamento de los hombres de todos los tiempos y el deseo de encontrar la mano auxiliadora de Dios, se contienen en esta palabra del Crucificado. Tras las palabras: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23, 46) exhaló su espíritu. En ellas resuena la confianza sin límites en el Padre, que tiene poder para superar la muerte. De este modo, la oración de Jesús anticipa, en el centro de su Pasión, la victoria pascual en su Resurrección.

 

477 Qué significa aprender de Jesús cómo orar?

 

Aprender de Jesús a orar es entrar en su confianza sin límites, unirse a su oración y ser conducido por él, paso a paso, hacia el Padre. Los discípulos, que vivían en comunión con Jesús, aprendieron a orar escuchando e imitando a Jesús, cuya vida era toda ella oración. Tal como él, ellos tenían que estar vigilantes, luchar por tener un corazón puro, dar todo para que llegue el reino de Dios, perdonar a sus enemigos, confiar en Dios hasta la osadía y poner por encima de todo el amor a Dios. En este ejemplo de entrega, Jesús invitó a sus discípulos a llamar al Dios omnipotente «Abbá, papá». Si oramos en el espíritu de Jesús, especialmente el Padrenuestro, seguimos los pasos de Jesús y podemos estar seguros de que llegamos infaliblemente al corazón del Padre. 





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