jueves, 22 de julio de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 23 DE JULIO DE 2021

 Jn 15,1-8: El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.

A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca,

y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado;

permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos;

el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante;

porque sin mí no podéis hacer nada.

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,

pediréis lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»



Como comenté el otro día, somos semillas preparadas y destinadas a dar fruto. Pero este fruto sólo se dará en la medida en la que estemos y permanezcamos en Él. 


Durante mucho tiempo consideraba que estar en el Señor es una cuestión moral, no pecar. Y mi vida se componía de un cumplimiento. Sin embargo, voy comprendiendo poco a poco que nuestra fidelidad y fecundidad depende sólo de un único factor: de no perderlo a Él. Igual que el rey David, que incluso en su pecado no dejó de confiar en Dios, de acudir a Él, de ofrecer su arrepentimiento. 


Por ello, Jesús nos pone esta comparación con la vid. Tiene una fuerza expresiva muy grande. Él es nuestro sustento y sin Él no podremos nunca avanzar, ni dar fruto.