jueves, 24 de junio de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DE 25 DE JUNIO

  Mt 8,1-4: Si quieres, puedes limpiarme.


En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.

En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:

-Señor, si quieres, puedes limpiarme.

Extendió la mano y lo tocó diciendo:

-¡Quiero, queda limpio!

Y enseguida quedó limpio de la lepra.

Jesús le dijo:

-No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.



Es curiosa la petición del leproso: “si quieres…” y “puedes limpiarme”.

Es una situación extrema, donde no se puede caer más bajo y no tiene nada que perder. Ese es el que puede confiar, porque ya no tiene nada donde apoyarse, sólo Él. La fe siempre puede tener su oportunidad. No hay situación en la que la fe no tenga cabida. Piénsalo. Y no sólo en los momentos de dificultad.


Si quieres, podría evocar a la pregunta del pasado fin de semana: ¿No te importa que perezcamos?. Claro que quiere limpiarnos, somos nosotros los que no nos dejamos limpiar. Porque no terminamos, muchas veces de confiar en él.


Y por otro lado, “puedes limpiarme”, dado que la lepra es una enfermedad de la piel, que la llena de pústulas y granos. Cuando quedaban limpios, estaban curados. Pero, meditando este texto, para nosotros, puede evocar a una limpieza más profunda, más interior. La limpieza de mi dignidad, de mi honor, de mi honor, de mi autoestima. La fe, aquí también, tiene su oportunidad. Es más, la fe es lo que nos limpia, porque la fe es ponernos en manos de Dios, que nos puede limpiar y quiere hacerlo.