domingo, 28 de marzo de 2021

HOMILÍA DEL DOMINGO DE RAMOS

 Especial: Revisión de la Semana Santa 


*Ésta homilía sólo fue pronunciada en la Iglesia parroquial de San Miguel Arcángel en la tarde de ayer. En el resto de las celebraciones, hice otra versión más breve pensando en los niños.


Como los últimos años intentaré reflexionar en el Triduo Pascual según el lema del Papa de la Cuaresma. Este año su título es: “Mirad, estamos subiendo a Jerusalén...” Para mí, es una frase de Jesús que siempre me ha calado, me ha interrogado y no me ha dejado indiferente. 

Llevamos tiempo preparándonos para esta subida a Jerusalén. Jesús llevaba toda su vida preparando esta hora.


El Domingo de Ramos, siempre me gusta decir que es como un pórtico donde contemplamos toda la Pasión. Leemos de corrido todo el relato, para luego ir deteniéndonos en cada uno de los misterios en los días del Triduo Pascual.


Hemos contemplado el relato de San Marcos. San Marcos dirige su evangelio a una comunidad y también decimos que es el evangelio propio de los catecúmenos, es decir, aquellos que se están iniciando. Esa comunidad a la que se dirige, somos nosotros. Ese catecúmeno también podemos ser nosotros.


San Marcos tiene elaborado su evangelio de manera que podamos continuamente responder a la pregunta, ¿quién es Jesús?. Sin embargo, ahora cambia la manera. Intenta darnos una respuesta a las preguntas que nos hacemos como comunidad y como catecúmenos ante la Pasión de Jesús.


La primera pregunta es: ¿cómo podría darse un hecho semejante? El Hijo del Hombre crucificado. Una serie de errores, de conjeturas, de decisiones apresuradas y torpes llevan a Jesús a la muerte. Todo sucede muy rápido.


La segunda pregunta es: ¿qué puede tener de grande una muerte, un sufrimiento? La muerte es lo menos humano y menos de la manera como se ensañaron los romanos con Jesús (les ponía a los chicos algunas escenas y se horrorizaban). La muerte es el sin-sentido. La muerte es la derrota de Dios. 


Tanto a una como a la otra pregunta, no tendremos respuestas fáciles.


Sin embargo, vemos en Is 53, 7: “Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como corderos llevado al matador, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca”  Y en el texto de hoy: “endurecí el rostro como pedernal”

Vemos claramente: La Pasión no es accidental. Por un lado, fue preanunciada por los cánticos del Siervo y más textos. Jesús es consciente de ello: Mirad que vamos camino de Jerusalén. Pero fundamentalmente, es Jesús mismo el que ha aceptado hasta el fondo la extrema humillación. Jesús va hacia el misterio de la degradación humana y lo acepta conscientemente. La miró cara a cara. Ahí está la clave. 


Jesús nos enseña que, mientras no subamos con él a Jerusalén, es decir, mientras no lleguemos a una aceptación consciente y libre, nuestro sufrimiento no tiene realmente sentido; empiezan a tenerlo cuando los miramos en algún modo a la cara, como hizo él, los aceptamos con él.


Nos puede venir bien, ir meditando en esta semana la serie de cuadros que Marcos nos ofrece. Tenemos para ello la Biblia, el evangelio o la app donde encontramos las lecturas.

Jesús y Judas

Jesús y los guardias

Jesús y el sanedrín

Jesús y Pedro

Jesús y Pilato

Jesús y Barrabás con la multitud

Jesús y los soldados

Jesús y Simón de Cirene

Jesús y los crucificados

Jesús y los esbirros

Jesús y el Padre

Jesús y el centurión

Jesús y las mujeres junto a la cruz

Jesús y sus amigos