miércoles, 30 de septiembre de 2020

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 HOJA PARROQUIAL


3 y 4 de Octubre de 2020
Domingo XXVII del Tiempo Ordinario. Ciclo A.
Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.

“Tendrán respeto a mi hijo...”



    La imagen de la «viña» aparece una y otra vez en la Sagrada Escritura en función de manifestar la realidad del Reino de Dios, abierto al conjunto de los seres humanos para que se integren y comprometan con él. En la lectura que hoy se hace del profeta Isaías queda bien claro que la «viña» es pertenencia divina. Además, Dios se encarga de preparar perfectamente el terreno de cultivo, de disponer todo para plantar los mejores sarmientos, prometedores de óptimas cepas, adecuadas para conseguir los frutos más logrados. Al trabajo en este campo todos recibimos una llamada de colaboración, que debe realizarse con docilidad a las indicaciones del «Viñador». En sintonía con la revelación del Antiguo Testamento está la parábola de Jesús que presenta san Mateo en el Evangelio. El objetivo que se persigue es la vendimia, para la cual se han de conjuntar fuerzas y habilidades, en docilidad siempre a quien continúa proclamando: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos».






LECTURAS


Primera lectura del libro de Isaías 5, 1-7


Voy a cantar a mi amigo el canto de mi amado por su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entrecavó, quitó las piedras y plantó buenas cepas; construyó en medio una torre y cavó un lagar. Esperaba que diese uvas, pero dio agrazones. Ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más podía hacer yo por mi viña que no hubiera hecho? ¿Por qué, cuando yo esperaba que diera uvas, dio agrazones? Pues os hago saber lo que haré con mi viña: quitar su valla y que sirva de leña, derruir su tapia y que sea pisoteada. La convertiré en un erial: no la podarán ni la escardarán, allí crecerán zarzas y cardos, prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella. La viña del Señor del universo es la casa de Israel y los hombres de Judá su plantel preferido. Esperaba de ellos derecho, y ahí tenéis: sangre derramada; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos.


Salmo 79, 9 y 12. 13-14. 15-16. 19-20 R. La viña del Señor es la casa de Israel


Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste. Extendió sus sarmientos hasta el mar, y sus brotes hasta el Gran Río. R/.


¿Por qué has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes, la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas? R/.


Dios del universo, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña. Cuida la cepa que tu diestra plantó. y al hijo del hombre que tú has fortalecido. R/.


No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. Señor, Dios del universo, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. R/.


Segunda lectura la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 6-9


Hermanos: Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.


Evangelio según san Mateo 21, 33-43


En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: “Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestan: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente” Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

YOUCAT

CAPÍTULO SEGUNDO. Los sacramentos de curación


El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación


235 ¿Puede uno confesarse también cuando no se han cometido pecados graves?


La confesión es también en esa ocasión el gran regalo de la curación y de la unión más íntima con el Señor, aunque estrictamente uno no estuviera obligado a confesarse. En muchos encuentros eclesiales, como en las Jornadas Mundiales de la Juventud, se ve a jóvenes que se reconcilian con Dios. Cristianos que se toman en serio el seguimiento de Jesús buscan la alegría que viene de un nuevo comienzo radical con Dios. Incluso los santos acudían regularmente a la confesión cuando era posible. Lo necesitaban para crecer en la humildad y en el amor y para dejarse tocar por la luz sanadora de Dios hasta el último rincón del alma.


236 ¿Por qué sólo los sacerdotes pueden perdonar pecados?


Ningún hombre puede perdonar pecados a no ser que tenga un mandato de Dios para ello y la fuerza que él le otorga, para que el perdón que él concede al penitente se verifique realmente. Los encargados de ello son en primer lugar el OBISPO y después sus colaboradores, los SACERDOTES. 


237 ¿Hay pecados tan graves que no los pueda absolver un sacerdote normal?


Hay pecados en los cuales el hombre se aparta totalmente de Dios y, dada la gravedad especial del acto, atrae sobre sí la pena de EXCOMUNIÓN. En caso de pecados sancionados con excomunión, sólo puede conceder la absolución el OBISPO o un sacerdote que tenga este oficio específico, e incluso en algunos casos sólo el PAPA. En caso de peligro de muerte todo SACERDOTE puede absolver de cualquier pecado y de la excomunión. Un católico que, por ejemplo, presta una colaboración imprescindible para un aborto que efectivamente se realiza, se excluye automáticamente de los sacramentos; la Iglesia sólo constata este estado. La EXCOMUNIÓN tiene la intención de que el pecador cambie de vida y vuelva al buen camino.