martes, 30 de mayo de 2023

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. CICLO A

      



  HOJA PARROQUIAL


3 y 4 de Junio de 2023
Domingo de la Santísima Trinidad. Ciclo A.


Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Dios envió a su Hijo al mundo para que se salve”



 


    


    La liturgia de hoy nos invita a celebrar y honrar al Dios en quien vivimos, nos movemos y existimos, como decía el Apóstol san Pablo a los atenienses en el Areópago. Ese es el Dios de nuestras plegarias, especialmente presente en cada Eucaristía, en las personas que nos encontramos a diario, de forma particular en los más necesitados, y en los acontecimientos pequeños o grandes de la vida, y en lo más íntimo de cada ser. Es el Dios que nos llama a vivir en una comunión más fuerte y más firme con él. Es el Dios que frecuentamos, encontramos y, al mismo tiempo, permanece desconocido. Somos testigos de su presencia, aunque no podamos presentar ninguna prueba contundente. Cuando tratamos de hablar de él, las palabras se quedan cortas, se vuelven insuficientes para expresar su misterio. No obstante, hay que hablar de Dios, pelearnos con el lenguaje si es preciso para poder decir una palabra coherente sobre él, y para proclamar su bondad y su gloria en todas partes.


    En este día la Iglesia celebra también la Jornada Pro Orantibus, que trata de focalizar la atención en una vocación eclesial tan particular e importante como la de vivir solo para Dios, para contemplar su misterio, para adorarlo en el silencio, recordándonos a todos que Dios es lo primero y más importante, que él debe estar en el centro de nuestra vida, y que si Dios está en el centro de nuestro corazón todo lo demás estará en su justo lugar.











LECTURAS


Primera lectura del libro del Éxodo 34, 4b-6. 8-9


En aquellos días, Moisés madrugó y subió a la montaña del Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él proclamando:
«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad».
Moisés al momento se inclinó y se postró en tierra. Y le dijo:
«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».


Salmo (Dn 3, 52-56) R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.


Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R/.


Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.


Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.


Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.


Segunda lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13


Hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.
Saludaos mutuamente con el beso santo.
Os saludan todos los santos.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros.


Evangelio según san Juan 3, 16-18


Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.






3. Hacia una Iglesia sinodal misionera



La misión de la Iglesia en el mundo de hoy 


55. En no pocas síntesis se pide reconocer, asumir, integrar y responder mejor a la riqueza de las culturas locales, muchas de las cuales tienen puntos de vista sobre el mundo y estilos de acción que son sinodales. La gente expresa el deseo de promover (y en algunos casos recuperar y profundizar) la cultura local, de integrarla con la fe, de incorporarla a la liturgia. «Los cristianos están llamados a ofrecer su contribución desde su propia visión de la fe para inculturarla en los nuevos contextos culturales [...]. Esta diversidad de enfoques es vista como la puesta en práctica de un modelo de interculturalidad, en el que las distintas propuestas se complementan y enriquecen mutuamente, superando el de la multiculturalidad, que consiste en la simple yuxtaposición de culturas cerradas al interior de sus propios perímetros» (Consejo Pontificio para la Cultura). 


56. En muchos casos, se pide que se preste especial atención a la situación de los pueblos indígenas. Su espiritualidad, sabiduría y cultura tienen mucho que enseñar. Es necesario releer la historia junto a estos pueblos, inspirarse en aquellas situaciones en las que la acción de la Iglesia ha promovido su desarrollo humano integral, y pedir perdón por las veces que ha sido cómplice de su opresión. Al mismo tiempo, algunas síntesis evidencian la necesidad de reconciliar las aparentes contradicciones que existen entre las prácticas culturales o las creencias tradicionales y las enseñanzas de la Iglesia. En un nivel más general, la práctica de la sinodalidad —comunión, participación y misión— debe articularse con las culturas y contextos locales, en una tensión que promueva el discernimiento y la acción creativa. 


3.3 Comunión, participación y corresponsabilidad 


57. La misión de la Iglesia se realiza a través de la vida de todos los bautizados. Las síntesis expresan un profundo deseo de reconocer y reafirmar la dignidad común como base para la renovación de la vida y los ministerios en la Iglesia. Se afirma el valor de todas las vocaciones en la Iglesia y, sobre todo, se invita a seguir a Jesús, regresando a su estilo y forma de ejercer el poder y la autoridad como medio para ofrecer sanación, reconciliación y liberación. «Es importante construir un modelo institucional sinodal como paradigma eclesial de desestructuración del poder piramidal que privilegia las gestiones unipersonales. Porque la única autoridad legítima en la Iglesia debe ser la del amor y el servicio, como lo hizo el Señor» (CE Argentina). 



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