martes, 1 de noviembre de 2022

HOMILÍA EN EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS

 Celebramos la santidad de muchos hermanos nuestros. Y en estos días que vamos a los cementerios, muchos de nuestros seres queridos, son Los Santos que hoy invocamos y alabamos.


El Concilio Vaticano II renovó la llamada a la santidad.

Es una llamada universal.

Es nuestra vocación.

Es nuestro “para que” en la vida. 

Es algo a lo que debemos aspirar, pero que no podemos lograr. No podemos darnos la santidad por nosotros mismos.

En la primera lectura, hay un dato que nos resulta revelador, después de contemplar esa multitud inmensa y preguntar quienes son: “han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero”.

La santidad no nos la podemos dar.

No nos hacemos santos.

Nos dejamos hacer, como el barro en manos del alfarero. 


Por ello, la primera bienaventuranza, que es el marco general y resumen de todas: los limpios de corazón. Son los que ponen toda su confianza en Dios.


La santidad es la unión íntima con Dios.

La santidad es la identificación con Jesús (ya no soy yo, sino Cristo que vive en mi)

La santidad es dejarnos hacer por Dios.

La santidad es compartir el destino de Jesús.

La santidad es vivir plenamente es ser hijo de Dios.

La santidad es vivir plenamente el momento presente como un kairós.


Y ello trae consigo el resto de las bienaventuranzas, más centrados en el otro. Al final, como dice el Papa en la Evangelii Gaudium, todo tiene que estar orientado en la misión, la voluntad de Dios, en el Reino de Dios (de paz, justicia, santidad, fraternidad, etc)


La mansedumbre como soportar los defectos del otro, acogiéndolo en todo su ser. Ellos son los que heredarán la tierra, o mejor dicho, los que harán la tierra un mundo más habitable.

Los que lloran, es decir, los inconformistas, porque podrán hacer avanzar este mundo.

Los que buscan la justicia, porque dejarán un mundo mejor.

Los misericordiosos, porque ellos harán brillar la luz de Dios.

Los limpios de corazón, es decir, los que saben ver la imagen de Dios en todo, en la creación, en el otro, en las situaciones, porque podrán iluminar a los otros.

Los que trabajan por La Paz y los perseguidos, porque harán posible el Reino.

“El nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada.”

Está al alcance de nuestra mano, SÓLO BASTA CONFIAR, CONFIARNOS DEL TODO.