lunes, 31 de octubre de 2022

HOMILÍA EN LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS

“Alegraos y regocijaos dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa” GE 1

Celebramos la santidad de una cantidad ingente de testigos. La santidad es la alegría.

Dejarnos alegrar por el Señor.

Dejarnos transformar por él.

Durante mucho tiempo hemos identificado la santidad como un alejamiento del mundo y sus valores. Como una castración en todos los niveles: de alegrías, de sentimientos, de opciones…


Más bien, todo lo contrario, Los Santos son los que han vivido la vida en plenitud.

Por lo general, una vida en plenitud la consideramos llena de regalos, de viajes, de oportunidades, de ocio, de tiempo para mi, de dinero para gastar, en definitiva, el culto al yo…

El Papa en el mismo número 1 de la Gaudete Etxsultate, que recomiendo leer encarecidamente, sobre la santidad nos dice, una frase que tengo enmarcada. “El nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada.”

El quiere de sus hijos algo más. Que sean felices, que tengan una vida plena. Ni marcada por las modas, ni por el viento, sino sobre aquello que nos hace mejores, más plenos, más llenos y realizados.

Esta plenitud la identificamos principalmente con la entrega, con el amor. 


Tres aspectos que debería tener el santo del s. XXI.


Sinodalidad. La pandemia, el volcán nos ha enseñado a descubrir las interconexiones que tenemos entre todos y la necesidad que tenemos unos de otros. Ya, como cristianos no podemos caminar al margen unos de otros. Cada uno tiene que discernir su vida ante Dios, pero no estamos llamados a caminar solos. La sinodalidad implica no imponer, escuchar, dejarme interpelar por él, estar abierto al otro, adaptarme a su ritmo. Es un camino que no hemos transitado mucho y tenemos que aprender. El santo del s. XXI, es un santo sinodal.


Misericordia: Hace varios años, aprendimos en el jubileo que el Papa nos ofreció. No hay santo sin misericordia, no hay santo que no sea misericordioso, dado que Dios es misericordioso. Por ello, los “santurrones”, que rezan mucho, que tienen un pie más cerca del cielo que de la tierra (en expresión de aquí), y no tienen en cuenta al otro más necesitado, NO SON SANTOS.


Alegría: El Papa nos dijo en la brújula de la Iglesia, Evangeli Gaudium, que quiere una nueva evangelización marcada por la alegría. Alegría porque me siento querido por Dios, que es la clave de la alegría. Esto me hace sentirme pleno/a.