25 y 26 de Junio de 2022
“Sígueme”
¿Pero se puede seguir a Jesucristo?
El Evangelio de hoy nos suscita esta pregunta, pero no perdamos de vista un dicho bien popular: “Querer es poder”; lo que nos lleva a reformular la pregunta: ¿Queremos en verdad seguir a Jesucristo?, que también puede inducirnos a formular un corolario: “¿Merece la pena seguir a Jesucristo? Porque si en realidad no nos merece la pena seguir a Jesucristo, tampoco valdrá la pena reflexionar sobre las condiciones de este seguimiento que el evangelista pone en boca de Jesús, y que resultan ser algunas de las expresiones más duras que aparecen atribuidas a Él. Si, como estamos acostumbrados a escuchar, todos hemos sido ya redimidos por Cristo y cabe esperar un mismo destino salvífico para todos, en verdad, que no merecerá la pena complicarnos la existencia con estas preguntas ni con la necesidad de darle una respuesta: ya está todo hecho.
Primera lectura del libro primero de los Reyes 19, 16b. 19-21
Salmo 15. Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 5, 1. 13-18
Evangelio según San Lucas 9, 51-62
Parte 4. Cómo debemos orar
PRIMERA SECCIÓN. La oración en la vida cristiana
CAPÍTULO TERCERO. El camino de la oración
510 ¿Es posible orar siempre?
Orar es siempre posible. Orar es una necesidad vital. La oración y la vida son inseparables. No se puede despachar a Dios con un par de palabras por la mañana o por la tarde. Nuestra vida debe convertirse en oración, y nuestras oraciones deben hacerse vida. La historia de cada vida cristiana es también una historia de oración, un único y largo intento de unirse cada vez más íntimamente con Dios. Como en muchos cristianos está vivo el deseo de estar siempre junto a Dios en su corazón, recurren a la llamada «oración de Jesús», que es una costumbre antigua especialmente en las iglesias orientales. El orante intenta integrar una fórmula sencilla de oración —la más conocida es «Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí»— de tal modo en su jornada, que se convierte en una oración constante.
SEGUNDA SECCIÓN. La oración del Señor. El Padrenuestro
511 ¿Qué dice el Padrenuestro?
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
El Padrenuestro es la única oración que Jesús mismo enseñó a sus discípulos (Mt 6,9-13; Lc 11,2-4). Por eso el Padrenuestro se llama también «la oración del Señor». Cristianos de todas las confesiones la rezan a diario, tanto en las celebraciones litúrgicas como en privado. El añadido «Tuyo es el reino...» se menciona ya en las Constituciones apostólicas (Didaché, que data de alrededor del año 150 d.C.) y se puede añadir al Padrenuestro.