martes, 31 de mayo de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 1 DE JUNIO DE 2022

  Jn 17,11b-19: Que sean uno, como nosotros.


En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo: 

«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida. 

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 

Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».


Empezamos con la oración sacerdotal (aunque deberíamos haberla visto ayer, pero tenía lecturas propias): pide por nosotros, como contemplamos ayer. La petición de hoy es sobre la unidad. No es poca cosa: como el Padre y el Hijo. Ya aquí tenemos una pista, la unidad sólo es posible desde la fuente de la Trinidad.


Jesús no pide que simplemente vivamos en paz, sin peleas ni divisiones. Pide que vivamos con la misma unidad con la cual está la Santísima Trinidad. ¡Esto es imposible!. Imposible para los hombres y no para Dios. Jesús siempre nos lleva hacia pensamientos más altos, más puros, más auténticos. No nos hace quedarnos en nuestros fracasos, sino nos lleva más arriba. Nos lleva a aspirar a lo más alto. 


Que no perdamos nunca la ilusión, la confianza en Dios de que, sólo con Él, podremos vivir en esa unidad pedida y soñada por Dios.