domingo, 27 de marzo de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 28 DE MARZO DE 2022

 PARA VIVIR MEJOR LA CUARESMA

https://parroquiasdetazacorte.blogspot.com/2022/02/para-vivir-mejor-la-cuaresma.html



Jn 4,43-54: Anda, tu hijo vive.



En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea.

Jesús mismo había atestiguado:

«Un profeta no es estimado en su propia patria».

Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.

Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

Jesús le dijo:

«Si no veis signos y prodigios, no creéis».

El funcionario insiste:

«Señor, baja antes de que se muera mi niño».

Jesús le contesta:

«Anda, tu hijo vive».

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:

«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».

El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia.

Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.



La Iglesia nos presenta para este lunes de la cuarta semana una curación de un niño. Ante la actitud de Jesús, el funcionario persiste en la petición.


Este fin de semana hemos hablado de la misericordia de Dios, algo del pecado, y en definitiva, de nuestra pobreza y limitación. 


Una actitud buena ante eso, es presentarse así, con naturalidad, pero sobre todo, con verdad a Jesús. Pero también, hagamos como el funcionario, insistamos. En contexto de nuestros pecados, que no conseguimos dejar atrás, de nuestra culpa, insistamos a tiempo y destiempo a Jesús. 


Es nuestra necesidad, y con ella, no podemos seguir caminando, avanzando, progresando en nuestra vida espiritual, en nuestra entrega como misioneros del evangelio de la alegría.


Entonces podremos oír la voz de Jesús: anda, tu hijo, vive. Muchas veces no insistimos suficientemente, porque no nos duele tanto el pecado, como otras situaciones de la vida. En la parábola del padre misericordioso (hijo pródigo), se iguala el pecado al hambre y la situación de pobreza extrema que vivía el hijo en ese momento. Si no hubiera vuelto a la casa del Padre, no habría resistido mucho más y hubiera muerto.


Por ello, insistamos, pidamos sin miedo, para poder ser curado de todo aquello que nos va matando en la vida interior.