martes, 8 de febrero de 2022

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

 






  HOJA PARROQUIAL


12 y 13 de Febrero de 2022
Domingo VI del Tiempo Ordinario. Ciclo C.

Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Dichosos vosotros...”




   Jesús contrapone las Bienaventuranzas con los “ayes”, o maldiciones. No se trata de alegrarse por ser pobre, o por estar hambriento, o por llorar, tampoco se trata de resignarse. ¡Dios no quiere la pobreza! La dicha que brota de estas Bienaventuranzas tiene su base en que Dios está al lado de esas personas que se inspiran en ellas y que su Reino les pertenece aquí y ahora. Por el contrario, los “ayes” que Jesús dirige a continuación nos advierten para que no nos dejemos seducir por las riquezas, etc. y para que no olvidemos a los más necesitados.








LECTURAS

Primera lectura del Profeta Jeremías 17, 5-8


Esto dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre,
y busca el apoyo de las criaturas,
apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa,
que nunca recibe la lluvia;
habitará en un árido desierto,
tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor
y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua,
que alarga a la corriente sus raíces;
no teme la llegada del estío,
su follaje siempre está verde;
en año de sequía no se inquieta,
ni dejará por eso de dar fruto».


Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6 R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.


Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.


Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 12. 16-20


Hermanos:
Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos?
Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido.
Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad.
Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.


Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26


En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».





Parte 3. Cómo obtenemos la vida en Cristo


PRIMERA SECCIÓN. Para qué estamos en la tierra, qué debemos hacer y cómo nos ayuda el Espíritu Santo de Dios


CAPÍTULO SEGUNDO. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»


EL OCTAVO MANDAMIENTO: No dirás falso testimonio ni mentirás.


454 ¿Hasta qué punto nos obliga la verdad de la fe?


Todo cristiano debe dar testimonio de la verdad y con ello seguir a Jesús, que dijo ante Pilatos: «Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37). Esto puede suponer incluso que un cristiano entregue su vida por la verdad y por amor a Dios y a los hombres. Esta forma suprema de defender la verdad se llama martirio.


455 ¿Qué es ser veraz?


Ser veraz significa que uno actúa con sinceridad y habla con franqueza. La persona veraz evita la duplicidad, la simulación, el dolo y la hipocresía. La forma más grave de faltar a la veracidad es el PERJURIO. Un mal grave en toda comunidad es hablar mal de otras personas y la transmisión de lo oído: A dice a B «en confianza» aquellas cosas desfavorables que C ha dicho sobre B.


456 ¿Qué hay que hacer cuando se ha mentido, engañado o estafado?


Toda falta contra la verdad y la justicia exige, aun cuando haya sido perdonada, una reparación. Cuando no es posible reparar en público una mentira o un falso testimonio, hay que hacer todo lo que se pueda, al menos en secreto. Si no se puede indemnizar directamente al afectado por el daño causado, se está obligado en conciencia a ofrecerle una reparación moral, es decir, hay que hacer todo lo posible para alcanzar al menos una compensación simbólica.


457 ¿Por qué la verdad exige discreción?


La comunicación de la verdad debe hacerse con inteligencia y enmarcada en la caridad. Con frecuencia se emplea la verdad como arma arrojadiza, que tiene entonces un efecto destructivo en lugar de constructivo. Al comunicar informaciones hay que pensar en los «tres filtros» de Sócrates: ¿Es verdad? ¿Es bueno? ¿Es útil? Se exige también DISCRECIÓN en los secretos profesionales. Siempre deben ser guardados, excepto en casos excepcionales, que hay que justificar rigurosamente. Es igualmente culpable quien hace públicos informes confidenciales que se revelaron bajo reserva. Todo lo que se diga debe ser verdad, pero no hay que decir todo aquello que es verdad.






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