viernes, 18 de febrero de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 18 DE FEBRERO DE 2022

  Mc 8,34-9,1: El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará


En aquel tiempo, llamando a la gente y a sus discípulos, Jesús les dijo:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».

Y añadió:

«En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia».



Perder la vida, ganar la vida. Cuando oímos esta palabra seguramente tendremos en mente otro contenido que cuando nos lo está diciendo Jesús.


Hoy en día, ganar la vida es triunfar, ser querido, tener buena casa, buen coche, dinero, buenos hijos. Totalmente opuesto a Jesús. Démonos cuenta que Jesús en ese contexto perdió la vida. La inversión de valores…o la nuestra.


Perder la vida es renunciar a sí mismo, renunciar a sus valores, renunciar a sus horarios, renunciar a los propios gustos, salir de la zona de confort. Lo hacemos no por mortificarnos, sino por seguirle a Él, como vemos que hicieron los apóstoles. 


Ahí está la clave, es renunciar a ciertas cosas, opciones, caminos, gustos, por Él y el evangelio (que sea buena noticia para el resto).


Es que la vida no nos pertenece, dado que no nos damos la vida. La vida la vivimos, la administramos. Y vivir en el evangelio es servir, entregarse, darse, amar.