miércoles, 9 de febrero de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 10 DE FEBRERO DE 2022

 Mc 7,24-30: Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños


En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. 


Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. 


Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. 


La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. 


Él le dijo: 


«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». 


Pero ella replicó: 


«Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». 


Él le contestó:


«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija». 


Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.



Una lección de fe la de esta mujer. Jesús la puso a prueba y aún así, su fe no se tambaleó.

Una fe grande la de esta mujer a pesar de ser pagana. Me da ejemplo. Los hijos, al tener comida todos los días, se acostumbran a ella y no la valoran. Sin embargo, muchas veces los perros valoran más los fiscos que caen de la mesa.

Nos puede pasar con Dios, nos podemos "acostumbrar" a Dios. Esta afirmación es una falacia, porque Dios es el "totalmente otro" y nunca lo conoceremos del todo y menos acostumbrarnos. En todo caso, nos habremos acostumbrados a su imagen.

Que el episodio de esta mujer nos despierte para no acostumbrarnos a Dios, para valorar la comida que nos da (Eucaristía) y para estar abiertos a otros, que desde lejos, pueden estar más abiertos a su gracia.