22 y 23 de Enero de 2022
“Me ha enviado a dar la Buena Noticia”
Al comienzo del año, los cristianos revisamos los mapas por donde caminar en el tiempo y nos preguntamos: ¿Cuál es la Vida y Misión que nos define? Y nos ayuda a responder lo que hoy leemos en La Plaza del templo de Jerusalén donde se renueva la Alianza (Ne 8,2-4. 5-6. 8-10); o en la Sinagoga de Nazaret, con Jesús y sus paisanos, donde El empieza su ministerio, en una Asamblea popular. (Lc4,14-21).
En ambos casos, la Palabra ocupa un lugar central. En el evangelio de hoy, Jesús es la Palabra de Dios, que con suVida y su Misión,trae alegría y salvación a todos. Un Proyecto que está muy lejos de ser una simple exposición de la Ley como hace Esdras. Más bien es un anuncio nuevo, para un tiempo de gracia del Señor. Esta Buena noticia va dirigida fundamentalmente a todos los excluidos, los pobres, los ciegos, los marginados, los que sufren opresión, a quienes desea liberar de sus angustias ofreciéndoles un año de gracia.
¿En quién y para qué se realiza hoy esta Palabra, Vida y Misión? En el Cristo actual que son los cristianos. Como este programa no ha sido siempre el de los cristianos, el hoy de Jesús, incluye una llamada a actualizarlo.
La vida y misión de Jesús, se tiene que ver hoy en la vida y misión del cristiano.San Pablo nos lo recuerda en su carta a los Corintios, (1Cor 12,12-30). Somos miembros del Cuerpo de Cristo, Sacramento de Salvación en medio del mundo. La misión del cristiano es comprometerse con el Proyecto que Jesús nos propone el evangelio, porque sigue siendo válido para el mundo de hoy.
Primera lectura del Libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10
Salmo 18, 8. 9. 10. 15 R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 12-30
Evangelio según San Lucas 1, 1-4; 4, 14- 21
Parte 3. Cómo obtenemos la vida en Cristo
PRIMERA SECCIÓN. Para qué estamos en la tierra, qué debemos hacer y cómo nos ayuda el Espíritu Santo de Dios
CAPÍTULO SEGUNDO. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
EL SÉPTIMO MANDAMIENTO: No robarás.
446 ¿Qué dice la Iglesia acerca de la globalización?
La globalización en principio no es buena ni mala, sino la descripción de una realidad a la que se debe dar forma. «Surgido en los países económicamente desarrollados, este proceso ha implicado por su naturaleza a todas las economías. Ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por sí, una gran oportunidad. Sin embargo, sin la guía de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a crear riesgo de daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la familia humana» (Benedicto XVI, CiV). Cuando nos compramos unos vaqueros baratos no nos deben dejar indiferentes las circunstancias en las que han sido producidos, si los trabajadores han recibido o no un salario justo. El destino de todos es importante. No nos puede dejar indiferente la necesidad de ninguna persona. En el nivel político es necesaria una «verdadera autoridad política mundial» (Benedicto XVI, CiV), que se preocupe de que se alcance un equilibrio justo entre los hombres de los países ricos y los de los países subdesarrollados. Con mucha frecuencia estos últimos están excluidos de las ventajas de la globalización económica y sólo les toca soportar las cargas.
447 ¿Es la globalización una tarea sólo de la política y la economía?
Antes existía la idea de un reparto de funciones: la economía debía ocuparse de aumentar la riqueza, y la política, de su justa distribución. En la era de la globalización, sin embargo, los beneficios se logran a nivel global, mientras que la política queda limitada a las fronteras de los Estados. Por eso hoy no sólo es necesario el fortalecimiento de las instituciones políticas supraestatales, sino también la iniciativa de personas y grupos sociales que se dediquen a la economía en las regiones más pobres del mundo, no en primer lugar a causa del beneficio, sino partiendo de un espíritu de solidaridad y de caridad. Junto al mercado y al Estado es necesaria una sociedad civil fuerte. En el mercado se intercambian prestaciones equivalentes y contraprestaciones. Pero en muchas regiones del mundo las personas son tan pobres que no pueden ofrecer nada para el trueque y así son cada vez más dependientes. Por eso son necesarias iniciativas económicas que no estén regidas por la «lógica del intercambio» sino por la «lógica del don sin contrapartida» (Benedicto “XVI, CiV). En ellas no se trata de dar a los pobres una mera limosna, sino, en el sentido de la autoayuda, de abrirles caminos para la libertad económica. Existen iniciativas cristianas, como, por ejemplo, el proyecto «economía de la comunión» del Movimiento de los Focolares, que tiene en todo el mundo más de 750 empresas. También hay «empresarios sociales» (social entrepreneurs) no cristianos, que, aunque se orientan al beneficio, trabajan en el espíritu de una «cultura del don» y con la finalidad de mitigar la pobreza y la exclusión.