martes, 25 de enero de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 26 DE ENERO DE 2022

  Mc 4,1-20: Salió el sembrador a sembrar.


En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.

Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:

«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

Y añadió:

«El que tenga oídos para oír, que oiga».

Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.

Él les dijo:

«A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”».

Y añadió:

«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».



Salió el sembrador a sembrar…

Por lo general solemos interrogarnos en esta parábola que tipo de suelo somos, sin embargo, nos quedamos en la superficie, porque el texto bíblico quiere remarcar, que salió el sembrador.


Es decir, que lo importante es remarcar que el sembrador ha salido a sembrar. Nos dice: “salió”. En español lo han traducido con ese tiempo verbal que es el pretérito perfecto simple, también conocido como pretérito indefinido de indicativo, se usa para expresar acciones que tuvieron lugar en el pasado de forma puntual y ya finalizaron o se interrumpieron.


En este caso, es algo que Dios realizó de una vez para siempre. Pero se mantiene de manera permanente. Sembró en todo lugar, algunos inhóspitos. Nuestra misión como cristianos es: 1) dejarnos sembrar; y 2) descubrir las semillas que hay de Dios esparcidas por todo el mundo; ésta es una tarea difícil, porque donde la semilla ha caído al borde del camino, puede ser que haya sido pisoteada. Aún así, es la semilla de Dios, y podrá rebrotar en cualquier momento.