martes, 22 de junio de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 23 DE JUNIO

  Mt 7,15-20: Por sus frutos los conoceréis.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conoceréis.

A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos?

Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos.

Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos.

El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego.

Es decir, que por sus frutos los conoceréis.






Por sus frutos los conoceréis. Podemos pensar que serán las obras buenas. Es lo más fácil y lo más “lógico”. Sin embargo, puede haber obras buenas pero llenas de otras intenciones, que aunque no sean malas, las invalidan. Cuando son obras buenas para sentirnos bien, para mi reconocimiento.


El fruto que tenemos que dar es el que hace que una obra sea “buena”: el amor, el puro desinterés. Al final, lo decimos en el primer mandamiento: amar a Dios y al prójimo como a uno mismo.


Que yo crezca en el amor y la misericordia a los demás. Es la semilla plantada en nosotros.

El amor significa la entrega constante por el otro, la ilusión y la creatividad por nuevos caminos y nuevas formas. El amor también es la paciencia por el ritmo del otro. El amor es buscar al que está fuera...