jueves, 22 de abril de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 23 DE ABRIL

  Jn 6,52-59: Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.


En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:

- «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

Entonces Jesús les dijo:

- «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mi y yo en él.

El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.


Jesús habla y muchos no lo entienden. Racionalizan todo y no son capaces de ver más allá. Quizá sigamos haciéndolo también nosotros. Por eso, muchas veces pedimos signos. 


¿No nos basta la palabra de Jesús, en quien confiamos? Su carne y sangre es una verdadera comida, más bien diríamos:  ¡Es la comida!…por la cual no tendremos más nunca sed. Es la comida que nos nutre en: anti-egoísmo, anti-envidia, comunión, paz, alegría, etc. ¡Es el “superalimento”!. Busquemos alimentarnos de este alimento y no ansiemos otro. No busquemos otro. Sólo éste nos dará “su presencia”, su vida (vivirá para siempre). 




REVISIÓN DE LA SEMANA SANTA


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