miércoles, 12 de octubre de 2022

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

   











  HOJA PARROQUIAL


15 y 16 de Octubre de 2022
Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. Ciclo C.


Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Orar siempre, sin desfallecer”



   El tema central de este domingo es la oración. La primera lectura, tomada del libro del Éxodo nos ilustra, a través de la figura de Moisés que mantiene las manos alzadas hasta la puesta del sol, la importancia de la perseverancia en la oración. En la misma línea, Lucas, en su evangelio, nos instruye sobre la necesidad de orar con insistencia, sin desfallecer.


    La oración para el cristiano no es cualquier cosa ni algo opcional. Al contrario, es una práctica esperada en todo quien se confiesa discípulo de Cristo. En la oración el cristiano no solo expresa su vínculo más profundo con Cristo y experimenta a Dios como Padre misericordioso, sino que también se abre a la esperanza de que sus clamores al cielo pueden ser escuchados y satisfechos. 


    De los cuatro evangelistas, es Lucas quien presta una atención especial a la dimensión orante de Jesús y quien más enseñanzas ofrece sobre la oración. En este domingo XXIX del Tiempo Ordinario, por medio de la parábola del juez inicuo y la viuda importuna, el evangelista nos invita a su escuela para enseñarnos sobre la necesidad de orar con confianza y perseverancia.  








LECTURAS


Primera lectura del libro del Exodo 17, 8-13


En aquellos días, Amalec vino y atacó a Israel en Refidín. Moises dijo a Josue:
«Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano».
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.
Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado.
Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.


Salmo 120, 1-2, 3-4, 5-6, 7-8 R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.


Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.


Segunda lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 3, 14 – 4, 2


Querido hermano:
Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.
Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.


Evangelio según San Lucas 18, 1-8


En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».







DEFINICIONES

 

INICIACIÓN (del lat. initium = comienzo): Designa la introducción e integración de alguien de fuera en una comunidad ya constituida.

 

INSPIRACIÓN (lat.: inspiratio = inspiración): la influencia de Dios sobre los redactores humanos de la Biblia, de modo que es Dios mismo quien es considerado el autor de los libros sagrados.

 

JERARQUÍA (del griego hieros y arché = origen sagrado): La constitución escalonada de la Iglesia establecida por Cristo, de quien procede todo poder y autoridad.

 

JHWH / YAHVÉ Es el nombre más importante de Dios en el Antiguo Testamento (Éx 3,14). Se puede traducir como «Yo soy». Para los judíos como para los cristianos designa al único Dios de todo el mundo, su Creador, quien lo sostiene, con quien se establece la Alianza, el liberador de Egipto, el juez y salvador.

 

JUICIO El llamado juicio especial o particular tiene lugar en la muerte de cada individuo. El juicio universal o final, tendrá lugar en el último día, es decir, al final de los tiempos, en la segunda venida del Señor.

 

JUSTIFICACIÓN Es un concepto central de la «doctrina de la gracia». Significa el restablecimiento de la relación justa entre Dios y el hombre. Puesto que únicamente Jesucristo ha activado esta relación justa («justicia»), sólo podemos comparecer de nuevo ante Dios siendo «justificados» por Cristo y, en cierto modo, entrando en su relación intacta con Dios. Creer significa, por tanto, acoger la justicia de Cristo para uno mismo y para la propia vida.

 

KYRIE ELEISON (del griego = Señor, ten piedad): El «Kyrie eleison» era una antigua aclamación de homenaje a dioses y reyes; pronto se refirió a Cristo y alrededor del año 500 se adoptó de la liturgia griega, sin traducir, en la liturgia romana y occidental.





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