miércoles, 9 de diciembre de 2020

HOJA PARROQUIAL. III DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

HOJA PARROQUIAL

12 y 13 de Diciembre de 2020
Domingo III de Adviento. Ciclo B.
Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.

“Yo soy la voz que grita en el desierto”



    Las orillas del Jordán junto al desierto era el hogar de Juan Bautista. Este tercer domingo de Adviento, la liturgia nos invita a leer qué hay de vida en los “desiertos” de nuestro tiempo. Este año 2020 hemos experimentado que el desierto puede ser no sólo un lugar geográfico sino una experiencia vital, física. La pandemia nos ha confrontado con muchos tipos de soledades, de pérdidas. También nos ha ayudado a recuperar cosas y situaciones esenciales que habíamos olvidado vivir o disfrutar.  Porque en lugares y momentos difíciles también se pueden abrir paso la confianza en el futuro y la alegría. El desierto puede ser lugar de crisis, pero también de encuentro, donde afloran las debilidades, pero también las fortalezas y recursos insospechados. 

   La liturgia nos invita a discernir “voces en el desierto” para sintonizar con las que hablan de aspiraciones y proyectos que promuevan un gozo sin exclusiones, un gozo fruto de la “vida según el Espíritu”. Al mismo tiempo, el testimonio de los profetas (Isaías y Juan), en este domingo, nos estimula a convertirnos en portavoces de los que no tienen voz. No debemos olvidar que muchos ruidos e intereses creados pretenden silenciar la voz de Dios y su Espíritu en la vida pública, en el devenir de la historia que Dios nos invita a construir desde las periferias. Cada encuentro con Jesús resucitado en la eucaristía nos empujar a “no apagar el Espíritu”, a mantenernos constantes en la oración y el combate frente al mal. Dios es alegría y fidelidad. Donde está Dios hay futuro.







LECTURAS


Primera lectura del libro de Isaías 61, 1-2a. 10-11


El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí,

porque el Señor me ha ungido.

Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,

para curar los corazones desgarrados,

proclamar la amnistía a los cautivos,

y a los prisioneros la libertad;

para proclamar un año de gracia del Señor.

Desbordo de gozo en el Señor,

y me alegro con mi Dios:

porque me ha puesto un traje de salvación,

y me ha envuelto con un manto de justicia,

como novio que se pone la corona,

o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes,

como un jardín hace brotar sus semillas,

así el Señor hará brotar la justicia

y los himnos ante todos los pueblos.


Salmo

Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 R. Me alegro con mi Dios.


Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R/.


Porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación. R/.


A los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia. R/.


Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 16-24


Hermanos:

Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.

No apaguéis el espíritu, no despreciéis las profecías. Examinadlo todo; quedaos con lo bueno.

Guardaos de toda clase de mal. Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

El que os llama es fiel, y él lo realizará.


Evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28


Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:

«¿Tú quién eres?».

El confesó y no negó; confesó:

«Yo no soy el Mesías».

Le preguntaron:

«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».

Él dijo:

«No lo soy».

«¿Eres tú el Profeta?».

Respondió:

«No».

Y le dijeron:

«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».

Él contestó:

«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:

«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».

Juan les respondió:

«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».

Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.


YOUCAT


CAPÍTULO TERCERO. Los sacramentos al servicio de la comunidad y de la misión

El Sacramento del Matrimonio


270 ¿Qué actitud tiene la Iglesia con los divorciados casados de nuevo?


Siguiendo el ejemplo de Cristo, los acoge con amor. Pero quien, después de un matrimonio canónico se divorcia y, en vida del cónyuge, establece una nueva unión, se coloca ciertamente en contradicción con la clara exigencia de Jesús respecto a la indisolubilidad del matrimonio. Esta exigencia no puede ser suprimida por la Iglesia. La ruptura de la fidelidad está en contradicción con la EUCARISTÍA, en la que la Iglesia celebra precisamente la irrevocabilidad del amor de Dios. Por eso no puede acceder a la sagrada COMUNIÓN quien vive en una situación tan contradictoria. Lejos de tratar por igual todos los casos concretos, el papa Benedicto XVI habla de una «situación dolorosa» y exhorta a los pastores a «discernir bien las diversas situaciones, para ayudar espiritualmente de modo adecuado a los fieles implicados» (Sacramentum Caritatis, 29). 


271 ¿Qué quiere decir que la familia es una «iglesia doméstica»?


Lo que la IGLESIA es en lo grande, es la familia en lo pequeño: una imagen del amor de Dios en la comunión de las personas. Todo matrimonio se perfecciona en la apertura a otros, a los niños que son don de Dios, en la acogida mutua, en la hospitalidad, en la disponibilidad para otros. Nada en la Iglesia primitiva fascinaba más a los hombres en el «nuevo camino» de los cristianos que las «iglesias domésticas». Con frecuencia alguien «creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios... creían y se bautizaban» (Hch 18,8). En un mundo no creyente surgían islotes de fe vivida, lugares de oración, de compartir, de hospitalidad cordial. Roma, Corinto, Antioquía, las grandes ciudades de la Antigüedad, quedaron pronto inundadas de iglesias domésticas como si fueran puntos de luz. También hoy en día las familias, en las que Cristo se encuentra en su casa, son el gran fermento de renovación de nuestra sociedad. 368


CAPÍTULO CUARTO. Otras celebraciones litúrgicas


272 ¿Qué son los sacramentales?


Los sacramentales son signos sagrados o acciones sagradas por las que se confiere una bendición. Ejemplos típicos de sacramentales son la imposición de la ceniza el Miércoles de Ceniza, el lavatorio de los pies, el uso del agua bendita, la bendición de la mesa, las palmas del Domingo de Ramos, la bendición de diferentes objetos, las procesiones, el exorcismo y el rito de la profesión en una congregación religiosa.


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