martes, 7 de mayo de 2019

CRISTO CRUCIFICADO








Talla flamenca realizada entre 1513-1522 en madera de roble policromada, con medidas de 57 cm de alto y 51 de ancho. Se trata de una talla maciza con los brazos añadidos con espiga. Destaca el tallado de la corona de espinas por su gran volumen. Actualmente se encuentra en la zona del Bautisterio. 
Esta escultura se atiene al tipo iconográfico gótico del Cristo muerto en la cruz, reproduciendo con ligeras variantes el modelo de la imagen de mayores dimensiones del Cristo de los Mulatos de la parroquia  matriz de El Salvador y de su réplica, de menor tamaño, del Museu de Arte Sacra Do Funchal en Madeira, que perteneció al templo del convento de San Francisco.
Tendencia a la verticalidad de su yerta figura, apenas desvirtuada por el ladeamiento de la cabeza frontalmente caída sobre el hombro derecho y el leve arqueo de la pierna izquierda para cruzar el pie por debajo de la flexionada diestra, posibilitando así el difícil traspaso de ambos superpuestos por un solo clavo, sino incluso en la escasa inclinación de los brazos con respecto al sentido horizontal del patibulum o travesaño de donde penden extendidos casi en perpendicular, que le confiere una peculiar apariencia de ingravidez a pesar de la fuerte complexión de su menudo cuerpo. 
Los rasgos de su semblante de plenitud facial y dolorido aspecto ya mitigado por la serena placidez dela muerte, con los arcos superciliares enderezados hacia el arranque de su ancha nariz de punta roma y las mejillas salientes, contorneando las profundas órbitas donde van implantados esos ojos saltones que ahora se ocultan tras los párpados, una inexpresiva boca de labios finos, incipiente bigote y barba casi lacia con la típica bifurcación acaracolada en sus extremos. Oscura cabellera peinada con raya al medio y ceñida por el voluminoso trenzado regular de las ramas de espino de la lacerante corona que lleva firmemente encasquetada hasta cubrirle la mitad de la frente, enmarcándole el óvalo de la cara con amplias ondas retiradas hacia atrás a nivel de las sienes, mientras se esparce en sinuosos mechones sobre el pecho por el lado opuesto.
Esta pieza podría identificarse con aquel “Christo pequeño muy deboto”, clavado en una cruz “de palo y con sus follages de plomo labrado, la cual está dorada”, que formaba un Calvario con sendas tallas de “Nuestra Señora (de los Dolores) y de San Juan Evangelista” flanqueándolo dentro de “una caxa de madera”, en el testero del altar mayor de la antigua ermita de San Miguel Arcángel de Tazacorte, donde ocupaba el espacio comprendido entre el “Crucifixo de bulto” de mediano tamaño colocado en el centro de la grada superior y el grupo escultórico sedente de “Nuestra Señora Sancta Ana con Nuestra Señora con su Hijo en braços sito a su parte diestra”.
No obstante, la existencia de tal Crucificado ya se había registrado someramente con motivo de la visita hecha a la misma, el sábado 13 de diciembre de 1522, por Fray Vicente Peraza, obispo de Tierra Firme del Dairén, pues en la escueta relación de sus enseres se incluía ese “ cruçifixu pequeño dorado con Sant Juan y Nuestra Señora, puesto en un tabernáculo cubierto con un belo de seda”