4 y 5 de Marzo de 2023
“Éste es mi Hijo, el amado... escuchadle”
Si hemos experimentado al Señor Jesús en nuestra vida, ya podemos comprender mejor la experiencia de aquellos discípulos en la montaña, experiencia que marca, que deja huellas, que produce “un antes y un después”. Sin embargo, “bajar” al ruido cotidiano, a la vida ordinaria siempre cuesta. Justamente ese regalo que hemos recibido, esa paz que supera todo entendimiento se convierte en nuestra fuerza para seguir adelante, anunciando el Reino, comprometido con la construcción de un mundo mejor.
Primera lectura del libro del Génesis 12, 1-4a
Salmo 32 Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
Segunda lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 8b-10
Evangelio según san Mateo 17, 1-9
INTRODUCCIÓN
1. La experiencia del proceso sinodal
1.1 «Los frutos, las semillas y las malas hierbas de la sinodalidad»
20. Un obstáculo especialmente importante para caminar juntos es el escándalo de los abusos cometidos por miembros del clero o por personas que ejercen cargos eclesiásticos: en primer lugar los abusos contra menores y personas vulnerables, pero también los de otro tipo (espirituales, sexuales, económicos, de autoridad, de conciencia). Es una herida abierta que sigue infligiendo dolor a las víctimas y a los supervivientes, a sus familias y a las comunidades: «se ha hecho constante referencia al impacto de la crisis de los abusos sexuales del clero [...]. Para muchos, las consecuencias siguen siendo un tema espinoso y sin resolver. Se ha advertido la urgencia de reconocer el horror y el mal causados, y de aumentar los esfuerzos para proteger a los vulnerables, reparar el daño hecho a la autoridad moral de la Iglesia y reconstruir la confianza. Algunas diócesis informaron de que los participantes querían que reconocieran y enmendaran los abusos del pasado» (CE Australia). Una cuidadosa y dolorosa reflexión sobre el legado de los abusos llevó a muchos grupos sinodales a pedir un cambio en la cultura eclesial con miras a una mayor transparencia, responsabilidad y corresponsabilidad.
21. Finalmente, en demasiados países el proceso sinodal se ha topado con las guerras que ensangrientan nuestro mundo, «dando rienda suelta a fanatismos de todo tipo y a persecuciones, incluso masacres. Se han observado formas de incitación sectaria y étnica que han degenerado en conflictos armados y políticos a menudo sangrientos» (Iglesia maronita). Son especialmente dolorosas las situaciones en las que los cristianos, incluyendo los católicos, viven en países en guerra entre sí. Incluso en estas situaciones de fragilidad, que hacen más intenso el encuentro con el Señor crucificado y resucitado, las comunidades cristianas han sabido acoger la invitación que se les ha hecho a construir experiencias de sinodalidad y a reflexionar sobre lo que significa caminar juntos, expresando el deseo de seguir haciéndolo: «en relación con la tragedia del genocidio contra los tutsis, que tanto ha dividido al pueblo ruandés, debería profundizarse mejor el tema de la comunión, con vistas a una auténtica sanación de la memoria colectiva. Este Sínodo nos ha hecho comprender mejor que la pastoral de la unidad y la reconciliación debe seguir siendo una prioridad» (CE Ruanda).