11 y 12 de Febrero de 2023
“No he venido a abolir, sino a dar plenitud”
Después de escuchar, en el domingo 4º, las bienaventuranzas según San Mateo, la palabra de Dios nos ofrece un nuevo modo de vivir el seguimiento de Jesús, no como ley que obliga sino como estilo de vida elegido con total libertad, como nos recuerda el libro del Sirácida.
Debemos descubrir, para hacerlo vida, el nuevo espíritu que nos comunica Jesús, superando lo que vivían conforme a la Ley de Moisés.
Jesús desea que quien le escuche ponga en práctica su mensaje, pero no es un moralista, no impone una nueva ley, sino mucho más… nos ofrece unas actitudes que son un don de Dios, del entusiasmo por el perdón recibido, de su revelación que nos hace hijos de Dios… quiere que descubramos sus frutos actuando en nosotros, porque lo hemos aceptado y elegido voluntariamente con amor.
Primera lectura del libro del Eclesiástico 15, 15-20
Salmo 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34 R/. Dichoso el que camina en la ley del Señor
Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 6-10
Evangelio según san Mateo 5, 17-37
INTRODUCCIÓN
11. Esta tienda es un espacio de comunión, un lugar de participación y una base para la misión. Corresponde al tercer capítulo articular las palabras clave del camino sinodal con los frutos de la escucha del Pueblo de Dios. Para ello, los frutos se estructuran en torno a cinco tensiones creativas que se interrelacionan:
1) La escucha, como apertura a la acogida a partir de un deseo de inclusión radical — ¡que nadie quede excluido! —, se ha de entender en una perspectiva de comunión con las hermanas y hermanos y con el Padre común. La escucha aparece aquí, no como una acción instrumental, sino como la asunción de la actitud fundamental de un Dios que escucha a su Pueblo, y el seguimiento de un Señor que los Evangelios nos presentan constantemente en escucha de la gente que se encuentra con él por los caminos de Tierra Santa. En este sentido la escucha es ya misión y anuncio.
2) El impulso hacia la misión. Se trata de una misión que los católicos reconocen que deben llevar a cabo con sus hermanos de otras confesiones y en diálogo con creyentes de otras religiones, transformando las acciones humanas de cuidado en experiencias auténticamente espirituales que proclamen el rostro de un Dios que se preocupa hasta dar su propia vida para que nosotros la tengamos en abundancia.
3) El compromiso de llevar a cabo la misión requiere un estilo basado en la participación, que corresponde a la plena asunción de la corresponsabilidad de todos los bautizados para la única misión de la Iglesia que se deriva de su dignidad bautismal común.
4) La construcción de posibilidades concretas para vivir la comunión, la participación y la misión a través de estructuras e instituciones que incluyan a personas debidamente formadas y sostenidas por una espiritualidad viva.
5) La liturgia, especialmente la liturgia eucarística, fuente y cumbre de la vida cristiana, que reúne a la comunidad, haciendo tangible la comunión, permite el ejercicio de la participación y alimenta, con la Palabra y los Sacramentos, el impulso hacia la misión.
12. Por último, el cuarto capítulo lanza una mirada al futuro recurriendo a dos elementos, ambos indispensables para avanzar en el camino: el espiritual, que contempla el horizonte de la conversión misionera sinodal, y el de la metodología para los próximos pasos de la Etapa Continental.


