18 y 19 de Junio de 2022
“Dadles vosotros de comer”
Jesús, a través de unos pocos panes y unos pocos peces nos da la gran lección de partir, compartir y repartir, que en el fondo es lo que hizo Él mismo para con todos nosotros cuando nos dejó su Cuerpo y su Sangre y lo hizo para que todos comiéramos y bebiéramos de Él dejándonos el encargo que siempre que lo hiciéramos, lo haríamos en memoria suya.
POEMA DEL PADRE ANCHIETA SOBRE LA EUCARISTÍA
OH DIOS INFINITO
Oh Dios infinito,
Por nos humanado,
Véoos tan chiquito
Que estoy espantado.
Estáis encerrado
En lugar estrecho
Porque en nuestro pecho
Queréis ser guardado.
Hame enamorado
Vuestra gracia y nombre,
Pues os come el hombre
De un solo bocado.
Pan y vino veo,
gusto pan y vino,
mas, sin desatino,
otra cosa creo.
Por eso peleo
contra mi sentido,
porque lo comido
es Dios que no veo.
Sólo en él empleo
la fe, con que vivo:
hágome captivo,
sin ver lo que creo.
D’este me proveo
para mi camino:
este pan divino
harta mi deseo.
Primera lectura del libro del Génesis 14, 18-20
Salmo 109. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 11, 23-26
Evangelio según San Lucas 9, 11b-17
Parte 4. Cómo debemos orar
PRIMERA SECCIÓN. La oración en la vida cristiana
CAPÍTULO TERCERO. El camino de la oración
507 ¿Qué pasa cuando se experimenta que la oración no ayuda?
La oración no busca el éxito superficial, sino la voluntad y la cercanía de Dios. Precisamente en el aparente silencio de Dios se esconde una invitación a dar un paso más hacia la entrega total, la fe sin límites, la esperanza infinita. Quien ora debe dejar a Dios la libertad plena de hablar cuando él quiera, de cumplir lo que él quiera y de donarse como él quiera. A menudo decimos: he rezado y no ha servido de nada. A lo mejor no rezamos con suficiente intensidad. El santo cura de Ars le preguntó en una ocasión a un compañero que se quejaba de su fracaso: «Has orado, has suplicado; pero ¿has ayunado y velado también?». Y también podría suceder que le pidamos a Dios lo que no nos conviene. En una ocasión dijo santa Teresa de Jesús: «Sabe el Señor lo que puede sufrir cada uno, y a quien ve con fuerza no se detiene en cumplir con él su voluntad».
508 ¿Qué ocurre cuando no se siente nada en la oración o cuando incluso se experimenta una aversión a la oración?
La distracción en la oración, el sentimiento de vacío interior y de sequedad e incluso la aversión a la oración son experiencias que tiene todo orante. Ser constante en la fidelidad es ya en sí oración. Incluso santa Teresa del Niño Jesús estuvo mucho tiempo sin poder experimentar nada del amor de Dios. Poco antes de su muerte la visitó por la noche su hermana Céline. Vio que Teresa tenía las manos enlazadas. «¿Qué haces? Deberías intentar dormir», dijo Céline. «No puedo, sufro demasiado. Pero rezo», respondió Teresa. «¿Y qué le dices a Jesús?» «No le digo nada. Le amo».
509 ¿No es la oración una huida de la realidad?
Quien ora no huye de la realidad: más bien abre los ojos para ver toda la realidad. Recibe del mismo Dios todopoderoso la fuerza para resistir la realidad. La oración es como una gasolinera donde se recibe gratis la energía para recorrer caminos lejanos y para los retos más extremos. La oración no saca de la realidad, sino que introduce plenamente en ella. Orar no es perder el tiempo, sino que duplica el tiempo que queda, lo llena de sentido desde dentro.


