miércoles, 23 de marzo de 2022

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO IV DE CUARESMA. CICLO C

    














  HOJA PARROQUIAL


26 y 27 de Marzo de 2022
Domingo IV de Cuaresma. Ciclo C.

Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Su padre lo vio y se conmovió”




  Continuamos nuestro itinerario cristiano cuaresmal, y en esta 4ª etapa dominical, se nos propone detenernos por un momento de nuestras ocupaciones, y acoger de corazón una Palabra de vida que es liberadora.


  En nuestro proceso vital vamos teniendo numerosas vivencias que nos hacen transitar en la vida alcanzando objetivos y metas. Desde nuestro punto de vista cristiano, es primordial acercarnos a Dios, que nos ayuda para prepararnos interiormente y vivir una auténtica pascua de resurrección.


  Para poder experimentar la verdadera vida que Cristo nos propone, se nos invita a cambiar nuestras vidas a veces anodinas y rutinarias, para coger un impulso nuevo, y abrirnos a un Dios que ama y perdona sin límites.


  Jesús de Nazaret es quien da sentido a nuestra vida de fe, porque él viene a cada instante, apostando por todos y cada uno de nosotros. El nos impulsa para transformar situaciones de dolor, enfrentamientos y discordias, en una vida renovada por el perdón y la fraternidad. Ese debe ser nuestro programa de vida cristiana, porque desde ahí seremos más creíbles y daremos un verdadero testimonio de fe.








LECTURAS

Primera lectura del Libro de Josué 5, 9a. 10-12


En aquellos días, dijo el Señor a Josué:
«Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto».
Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.
Al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas.
Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.


Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7 R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.


Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: 
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.


Segunda lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5, 17-21


Hermanos:
Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.


Evangelio según San Lucas 15, 1-3. 11-32


En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».





Parte 4. Cómo debemos orar


PRIMERA SECCIÓN. La oración en la vida cristiana


CAPÍTULO PRIMERO. Orar: Cómo Dios nos regala su cercanía


473 ¿Qué importancia tienen los salmos para nuestra oración?

 

Los salmos son, junto al Padrenuestro, el mayor tesoro de oración de la Iglesia. En ellos se canta de modo incesante la alabanza de Dios. En el ANTIGUO TESTAMENTO tenemos 150 salmos. Son una colección, que se remonta en parte a varios milenios, de cantos y oraciones que se rezan aún hoy en la comunidad eclesial, en la llamada Liturgia de las horas. Los salmos son de los textos más hermosos de la literatura universal y conmueven también inmediatamente a los hombres modernos por su fuerza espiritual. 

 

474 ¿Cómo aprendió Jesús a orar?

 

Jesús aprendió a orar en su familia y en la sinagoga. Pero Jesús superó los límites de la oración tradicional. Su oración mostraba una unión tal con el Padre del cielo como sólo la puede tener quien es el «Hijo de Dios». Jesús, que era a la vez Dios y hombre, se familiarizó, como los demás niños judíos de su tiempo, con los ritos y formas de oración de su pueblo, Israel. Pero, como se manifestó en el episodio de Jesús a los doce años en el templo (Lc 2,41ss), había algo en él que no podía venir del aprendizaje: una unión original, honda y única con Dios, su Padre del cielo. Jesús, como todas las personas, esperaba el mundo nuevo y oraba a Dios. Pero al mismo tiempo era también parte de ese otro mundo. Ya en esto se notaba: un día se rezaría a Jesús, se le reconocería como Dios y se te pediría su gracia.

 

475 ¿Cómo oraba Jesús?

 

 La vida de Jesús era toda ella una oración. En los momentos decisivos (las tentaciones en el desierto, la elección de los apóstoles, la muerte en la Cruz) su oración fue especialmente intensa. A menudo se retiraba en soledad para orar, especialmente por la noche. Ser uno con el Padre en el Espíritu Santo: ése fue el hilo conductor de su vida terrena.





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