19 y 20 de Marzo de 2022
“Fue a buscar fruto, y no lo encontró”
¿Para qué una vida estéril? Seguro que con los cuidados, el amor, la solidaridad del Viñador da frutos. Nuestro Dios no es ni indiferente ni se queda pasivo ante nuestros males, no es la forma de actuar de Jesús, al que le duele nuestro dolor y se solidariza con nosotros. Esto le preocupa más que nuestros pecados. Las apariencias y el espectáculo no tienen nada qué ver con el reino de Dios y su justicia. En este domingo de cuaresma, Jesús quiere nuestra reacción.
La pasión de nuestro Dios es hacer la vida del hombre más humana, con más sentido. Las parábolas de Jesús intentan desbloquear las vidas atrapadas por el vacio, el sin sentido y la esterilidad. Nos ofrecen caminos de felicidad, bien distintos a los transitados por los que se consideran “normales”. No es un Dios justiciero ni duro que castiga y manda el mal y sufrimientos a los hombres. Los hechos históricos violentos acaecidos en Jerusalén, lo mismo que los que podemos ver hoy (la agresión a Ucrania) son para escucharlos y repensarlos. El hecho de no tener en la vida contratiempos, sufrimientos, de no ser alcanzados por algún tipo de mal no es para subir nuestra autosuficiencia y creernos superiores, sino motivación de nuestra acción de gracias, para que nos sintamos privilegiados y demos frutos. No son las apariencias y la superioridad (caso de la higuera que lleva años frondosa) lo decisivo ante Dios, sino la vida fecunda (la práctica de la vida).
Primera lectura del Libro del Exodo 3, 1-8a. 13-15
Salmo 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 11 R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 10, 1-6. 10-12
Evangelio según San Lucas 13, 1-9
Parte 4. Cómo debemos orar
PRIMERA SECCIÓN. La oración en la vida cristiana
CAPÍTULO PRIMERO. Orar: Cómo Dios nos regala su cercanía
470 ¿Por qué ora el ser humano?
Oramos porque estamos llenos de un ansia infinita y porque Dios ha hecho a los hombres para estar con él: «Nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti» (san Agustín). Oramos también porque necesitamos orar; así lo dice Madre Teresa: «Como no puedo fiarme de mí misma, me fío de él las 24 horas del día». A menudo nos olvidamos de Dios, huimos de él y nos escondemos. Pero, aunque evitemos pensar en Dios, aunque lo neguemos, él está siempre junto a nosotros. Nos busca, antes de que nosotros lo busquemos, tiene sed de nosotros, nos llama. Uno habla con su conciencia y se da cuenta, de pronto, de que está hablando con Dios. Uno se encuentra solo, no tiene con quien hablar y percibe entonces que Dios siempre está disponible para hablar. Uno está en peligro y se da cuenta de que Dios responde al grito de auxilio. Orar es tan humano como respirar, comer, amar. Orar purifica. Orar hace posible la resistencia a las tentaciones. Orar fortalece en la debilidad. Orar quita el miedo, duplica las fuerzas, capacita para aguantar. Orar hace feliz.
471 ¿Por qué es Abraham un modelo de oración?
Abraham escuchó a Dios. Estuvo dispuesto a partir a donde Dios quisiera y a hacer lo que Dios quisiera. En la escucha y la disponibilidad para ponerse en camino es un modelo para nuestra oración. No se nos han transmitido muchas oraciones de Abraham. Pero allí donde iba, construía para su Dios altares, lugares de oración. De este modo, en el camino de su vida, tuvo múltiples experiencias con Dios, también algunas que le pusieron a prueba y le desconcertaron. Cuando Abraham vio que Dios quería aniquilar la ciudad pecadora de Sodoma, intercedió por ella. Incluso luchó obstinadamente con Dios. Su intercesión por Sodoma es la primera gran oración de petición en la historia del pueblo de Dios.
472 ¿Cómo oró Moisés?
De Moisés podemos aprender que «orar» es «hablar con Dios». Junto a la zarza ardiente, Dios inicia una verdadera conversación con Moisés y le confía una misión. Moisés pone objeciones y hace preguntas. Finalmente Dios le revela su nombre sagrado. Así como entonces Moisés adquirió confianza con Dios y se dejó tomar del todo a su servicio, así también debemos orar nosotros y entrar en la escuela de Dios. La BIBLIA menciona el nombre de Moisés 767 veces; esto muestra lo central que es su figura como liberador y legislador del pueblo de Israel. Al mismo tiempo, Moisés fue un gran intercesor por su pueblo. En la oración recibió su misión, de la oración sacaba fuerzas. Moisés tenía una relación íntima y personal con Dios: «El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo» (Ex 33,11). Antes de actuar o enseñar al pueblo, Moisés se retiraba al monte para orar. Por este motivo es el prototipo del orante contemplativo.