lunes, 21 de marzo de 2022

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 22 DE MARZO DE 2022

  PARA VIVIR MEJOR LA CUARESMA

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Mt 18,21-35: Si cada cual no perdona a su hermano, tampoco el Padre os perdonará.


En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le contesta:

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.

El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:

“Págame lo que me debes”.

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:

“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».


Pedro se dirige a Jesús y le plantea un tema tan importante como controvertido: ¿hasta dónde, cuándo, cuánto, cómo del perdón?

La pregunta de Pedro es suficientemente generosa, pero no se imagina que la respuesta de Jesús eleva el perdón hasta el infinito.


Y a continuación, para poder entenderlo, les explica una parábola. Y termina con una frase que quiere resumir la idea de la parábola, aunque más bien la contradice. La idea de la parábola es que debemos perdonar porque antes a nosotros se nos perdonó una deuda mayor. La frase final hace depender la posibilidad de recibir el perdón, si antes lo hemos ofrecido. Me inclino por pensar que esta frase final, quiere remarcar la idea de la parábola, en ese lenguaje semítico, tan de extremos, pero introduciendo una exigencia de perdonar. 


Por tanto, la manera de “poder” perdonar siempre, es hacerme deudor del perdón de Dios, que es ilimitado. Es necesario recuperar la necesidad de ser perdonado por Dios, para poder hacerme una persona que regale el perdón.


Perdonar es algo muy difícil, tenemos que estar contrarrestando continuamente los pensamientos que te recuerdan lo que el otro hizo...y sólo hay una energía inagotable desde la cual recargarnos: el perdón de Dios. 


Por ello, este evangelio, a mí, lejos de exigirme únicamente que perdone a mis hermanos, me pide primero, que no renuncie al perdón de Dios, para poder luego ofrecerlo.