6 y 7 de Noviembre de 2021
“Ha echado más que nadie”
Las características del personaje de la viuda que aparece en el evangelio de este domingo 32 del Tiempo Ordinario, es un personaje que podríamos identificar en gente que hemos conocido en algún momento de nuestra vida. No son muchas, ciertamente, y suelen ser poco dadas a hablar de ellas mismas, lo que no quiere decir que sean poco comunicativas. Siempre dispuestas a echar una mano a quien lo necesite y con un sentido arraigado de la justicia, de la solidaridad y el cuidado por el bienestar de las personas. Han aprendido a mirar la realidad y no por casualidad sino porque aprendieron a educar la mirada. Su peculiaridad es que siempre son buenas personas en cualquier circunstancia de la vida, aún cuando ésta no les sea favorable. Tienen una enorme capacidad para sobrevivir en la adversidad y es, desde esa experiencia, donde han aprendido la importancia de ayudar y de sentir y valorar la cercanía de aquellos con quienes comparten su humanidad. Han entendido desde la praxis de su vida que los medios disponibles, siempre escasos, no son mas que eso, medios, y por lo tanto, instrumentos que son para compartir, como su vida. No hablo de forma abstracta acerca del comportamiento ideal de las personas, puedo ponerle cara a las que me permiten describir estas características. Algunos piensan que son místicos, pero lo que si es cierto es que sufren cuando ven el crecimiento acelerado de la desigualdad, con la corrupción y con la indiferencia tan extendida hoy. Es ahí, donde, descubrimos testigos testimoniando. Estoy seguro de que muchos han conocido a alguno de estos testigos.
Primera lectura del primer Libro de los Reyes 17, 10-16
Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 R: Alaba, alma mía, al Señor.
Segunda lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28
Evangelio según San Marcos 12, 38-44.
Parte 3. Cómo obtenemos la vida en Cristo
PRIMERA SECCIÓN. Para qué estamos en la tierra, qué debemos hacer y cómo nos ayuda el Espíritu Santo de Dios
CAPÍTULO SEGUNDO. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
EL SEXTO MANDAMIENTO: No cometerás adulterio.
416 ¿Qué es lo esencial del matrimonio cristiano?
La unidad: el matrimonio es una alianza que realiza según su esencia la unidad corporal, psíquica y espiritual entre un corporal, psíquica y espiritual entre un hombre y una mujer;
La indisolubilidad: el matrimonio es válido «hasta que la muerte os separe»;
La apertura a la prole: todo matrimonio debe estar abierto a los hijos;
La ordenación al bien del cónyuge.
Si en el momento de contraer matrimonio alguno de los contrayentes excluye cualquiera de los cuatro puntos mencionados, el SACRAMENTO del Matrimonio no se lleva a cabo.
417 ¿Qué sentido tiene el acto conyugal dentro del matrimonio?
Según la voluntad de Dios, el esposo y la esposa se encuentran en el placer erótico y sexual para unirse en el amor más profundamente y permitir que de su amor surjan los hijos. El cuerpo, el placer y el disfrute erótico gozan de una alta estima en el cristianismo: «El Cristianismo [...] cree que la materia es buena, que Dios mismo asumió forma humana, que incluso en el cielo se nos dará un tipo de cuerpo y que éste será una parte esencial de nuestra felicidad, belleza y poder. El Cristianismo ha enaltecido el matrimonio más que cualquier otra religión. Casi toda la alta poesía amorosa de la literatura mundial ha sido elaborada por cristianos y el Cristianismo se opone a quien afirma que la sexualidad es mala en sí misma» (C. S. Lewis, Perdón, soy cristiano). Pero el placer no es un fin en sí mismo. Allí donde el placer de una pareja se cierra en sí mismo y no está abierto a la nueva vida que pudiera surgir de él, no hace justicia a la esencia del amor.
418 ¿Qué importancia tiene un hijo en el matrimonio?
Un hijo es una criatura y un don de Dios que llega al mundo por medio del amor de sus padres. El verdadero amor no quiere que una pareja se cierre en sí misma. El amor se abre al hijo. Un hijo que ha sido engendrado y ha venido al mundo, no ha sido «hecho» y tampoco es la suma de sus genes paternos y maternos. Es una criatura de Dios totalmente nueva y única, dotada de su propia alma.
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