“Anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres”
En el evangelio de este domingo Jesús nos ayuda a repensar cómo verificamos nuestra experiencia y relación con Dios. No basta con observar o cumplir sus “mandamientos”, no es preciso acumular. Esa es una perspectiva que se queda corta. Hay que ir más allá, liberarnos del miedo y procurar amar al Amor que es fuente y criterio de nuestro estilo de vida. Y decirlo poniendo la vida al servicio de lo que genera vida. Sobre todo, ahí donde esté más amenazada. Podemos compartir, repartir, pero sobre todo estamos llamados a “darnos”. Esa es la sabiduría de Jesús, sabiduría de la cruz.
Junto a ello también nos podemos centrar hoy no tanto en fijarnos en lo que nos “falta” como aquel joven rico, sino en reconocer lo que somos y tenemos y desde lo que podemos “dar-nos”. Para traer alegría, esperanza, ánimo, allí donde estamos y vivimos. Pero sin perder la conexión con todo lo que nos afecta desde cualquier parte del mundo. “Todo está conectado” recuerda el papa Francisco. En el viaje de la vida hay momentos en que hemos de desprendernos de lo que nos impida caminar más ligeros tras las huellas de Jesús.
Primera lectura del Libro de la Sabiduría 7, 7-11
Salmo 89, 12-13. 14-15. 16-17 R: Sácianos de tu misericordia, Señor, y estaremos alegres
Segunda lectura de la carta a los Hebreos 4, 12-13
Hermanos:
Evangelio según San Marcos 10, 17-30
Parte 3. Cómo obtenemos la vida en Cristo
PRIMERA SECCIÓN. Para qué estamos en la tierra, qué debemos hacer y cómo nos ayuda el Espíritu Santo de Dios
CAPÍTULO SEGUNDO. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
EL SEXTO MANDAMIENTO: No cometerás adulterio.”
403 ¿Cuál es la relación entre amor y sexualidad?
Sexualidad y amor van inseparablemente unidos. El encuentro sexual necesita el ámbito de un amor fiel y seguro. Donde se separa la sexualidad del amor y se busca únicamente por [a satisfacción, se destruye el sentido de la unión sexual de varón y mujer. La unión sexual es una hermosa expresión, corporal y sensual, del amor. Las personas que buscan el sexo sin amar, mienten, porque la cercanía de los cuerpos no corresponde a la cercanía de los corazones. Quien no mantiene la palabra de su lenguaje corporal perjudica a la larga al cuerpo y al alma. El sexo se vuelve entonces inhumano; queda degradado a instrumento de placer y se rebaja al nivel de una mercancía. Sólo el amor comprometido y duradero crea el ámbito necesario para una sexualidad vivida humanamente y que satisface a la larga.
404 ¿Qué es el amor casto? ¿Por qué debe un cristiano vivir castamente?
Un amor casto es un amor que resiste a todas las fuerzas, internas y externas, que quieren destruirlo. Es casto quien asume conscientemente su sexualidad y la integra bien en la persona. CASTIDAD y continencia no son lo mismo. También quien tiene una vida sexual activa dentro del matrimonio debe ser casto. Una persona actúa castamente cuando su acción corporal es expresión de un amor seguro y fiel. No hay que confundir CASTIDAD con mojigatería. Un hombre que es casto no es juguete de sus deseos, sino que vive conscientemente su sexualidad a partir del amor y como expresión del mismo. La impureza debilita el amor y oscurece su sentido. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del varón y de la mujer. La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual.
405 ¿Cómo se puede vivir un amor casto? ¿Qué nos ayuda a ello?
Vive castamente quien es libre para amar y no es esclavo de sus instintos y pasiones. Todo aquello que ayuda por tanto a convertirse en un ser humano más rico en relaciones, más maduro, más libre y más lleno de amor, ayuda también a amar castamente. Uno se hace libre para amar mediante el dominio de sí, que hay que alcanzar, ejercitar y mantener en todas las edades de la vida. A eso ayuda permanecer, en toda circunstancia, fiel a los mandamientos de Dios, evitar las tentaciones, alejarse de cualquier forma de doble vida o DOBLE MORAL, y pedir a Dios que me proteja de las tentaciones y me fortalezca en el amor. En definitiva, poder vivir un amor puro e indiviso es una gracia y un don maravilloso de Dios.
