miércoles, 4 de agosto de 2021

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 



  HOJA PARROQUIAL

7 y 8 de Agosto de 2021
Domingo XIX del Tiempo Ordinario. Ciclo B.
Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Yo soy el Pan de la vida”


 


  Las lecturas de cada domingo tienen siempre un tema explícito, que suele ser bastante evidente, junto con sutiles, delicados hilos que se entretejen entre la primera, el salmo, el evangelio, y a veces también la segunda lectura.


  En el caso de las de este domingo, el tema central y explícito es netamente eucarístico: dado que el evangelio de san Marcos, que es el que se lee en el ciclo B que estamos atravesando, es mucho más breve que sus otros dos compañeros sinópticos, Mateo (ciclo A) y Lucas (ciclo C), la liturgia aprovecha para insertar en estas semanas intermedias del tiempo ordinario, del domingo XVII al XXI, la lectura completa del capítulo 6 de Juan, más conocida como "Discurso del Pan de Vida".


 Los evangelios son "memoria creyente", es decir que unen el recuerdo de la predicación oral del Maestro a la experiencia vital de cómo esas mismas palabras transformaron las vidas de los que se volvieron testigos de Jesús. Cuanto dicen, entonces, hay que entenderlo en sentido fuerte, no son fórmulas sino testimonios de unas vidas transformadas por esas palabras:

  "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado", es, desde luego, una enseñanza de Jesús, pero modelada y dicha por la experiencia vital de la gente que, como nosotros, andaba errante por el mundo.


  Este es el primer testimonio de los primeros cristianos, y tiene que seguir siendo nuestro primer testimonio: frente a un mundo que razonando deduce que, en caso de haber Dios, sólo podría estar lejano y distante, en su infinitud y perfección, nosotros podemos decir: "Yo no he visto al Padre, pero he visto al Hijo, he comido al Hijo, y en su mirada puedo ver al Padre".


  Pero este aun no es todo el testimonio que podemos dar, hay uno más de fondo, que si hurgamos en nuestra experiencia de vida, seguro lo encontraremos, porque no seríamos cristianos sin ello: descubrir, y debemos decirlo con todas las letras, sin ambigüedad, que fue Dios el que nos salió al encuentro, no hicimos nada por tenerlo, no sabíamos cómo alcanzarlo: es él el que se nos dio, y nos enseñó a buscarlo en el alimento que no perece.


  Es este uno de los hilos "secundarios" de las lecturas, que teje la sutil red de sentido entre las lecturas.

  No otra es la promesa de Dios. Nunca nos habló de que no habría tribulación, o de que ser cristiano es sonreir y vivir en paz, sin magulladuras, sino de tener ya la vida eterna, y no por nuestras buenas acciones, sino porque, como dice el salmo de hoy: "el ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege".


  Esta es la invitación al mundo que estamos invitados nosotros mismos a dirigir: gustad y ved qué bueno es el Señor. Se trata de un testimonio, no de una frase aprendida de memoria.








LECTURAS


Primera lectura del profeta Jeremías 1, 4-9


Recibí esta palabra del Señor:

Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno te consagré. Te nombré profeta de los gentiles.

Yo repuse: ¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.

El Señor me contestó: No digas: "Soy un muchacho", que adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo harás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.

El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo: Mira: yo pongo mis palabras en tu boca.


Salmo 95, 1-2. 3. 7-8a. 10 R/. Contad a todos los pueblos las maravillas del Señor


Cantad al Señor un cántico nuevo,

cantad al Señor, toda la tierra;

cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,

sus maravillas a todas las naciones. R/.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,

aclamad la gloria y el poder del Señor;

aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:

él afianzó el orbe, y no se moverá;

él gobierna a los pueblos rectamente». R/.


Segunda lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 1-8


Querido hermano:

Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino:

proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.

Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas.

Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio.

Pues yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.

He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.

Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mi, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.


Evangelio según San Juan 6, 41-51


En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían:

-«¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»

Jesús tomó la palabra y les dijo:

-«-No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»






Parte 3. Cómo obtenemos la vida en Cristo


PRIMERA SECCIÓN. Para qué estamos en la tierra, qué debemos hacer y cómo nos ayuda el Espíritu Santo de Dios


CAPÍTULO SEGUNDO. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»


EL QUINTO MANDAMIENTO: No matarás.


382 ¿Está permitida la eutanasia?


La eutanasia en sentido propio, es decir, toda acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte con el fin de eliminar cualquier dolor, constituye siempre un homicidio, gravemente contrario a la ley de Dios. En cambio, no son eutanasia propiamente dicha y, por tanto, son moralmente aceptables la administración adecuada de calmantes (aunque ello tenga como consecuencia el acortamiento de la vida) o la renuncia a terapias desproporcionadas (al llamado encarnizamiento terapéutico), que retrasan forzadamente la muerte a costa del sufrimiento del moribundo y de sus familiares. La muerte no debe ser causada, pero tampoco absurdamente retrasada. Aunque la muerte se considere inminente, Los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. La legalización de la eutanasia es inaceptable no sólo porque supondría la legitimación de un grave mal moral, sino porque crearía una intolerable presión social sobre los ancianos, discapacitados o incapacitados y todos aquellos cuyas vidas pudieran ser consideradas por alguien como de “baja calidad» y/o como una carga social. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por eso, deben ser promovidos.


383 ¿Por qué no es aceptable el aborto en ninguna fase del desarrollo del embrión?


La vida donada por Dios es propiedad directa de Dios; es sagrada desde el primer momento y escapa a toda intervención humana. «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieses del seno materno, te consagré» (Jer 1,5). [2270-2274, 2322]


Sólo Dios es señor de la vida y de la muerte. Ni siquiera «mi» vida me pertenece en exclusiva. Todo niño tiene derecho a la vida desde su concepción. Desde el principio el ser humano que va a nacer es una persona independiente, cuyo ámbito de derechos no puede ser invadido por nadie externo a él, ni el Estado, ni un médico, ni siquiera su madre. La claridad de la Iglesia en este punto no es ausencia de misericordia; más bien quiere señalar el daño irreparable que se causa al niño inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad. Proteger la vida humana inocente es uno de los deberes más nobles del Estado. Si el Estado se sustrae a esta obligación, socava él mismo los cimientos del Estado de derecho.


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