martes, 13 de julio de 2021

HOMILÍA DEL SEGUNDO DÍA DEL TRIDUO DE LA VIRGEN DEL CARMEN 2021

 SANTA MARÍA DE LA CUESTA ARRIBA, RUEGA POR NOSOTROS

Desde hace años, utilizo la inspiración de los comentarios de las oraciones a la Virgen de D. Damián Iguacen Borau q.e.p.d.


Esta advocación surge de un monasterio, con un camino en pendiente y pedregoso, sobre un peñón rústico, en una sencilla imagen, a la que los novicios habían puesto ese nombre: Santa María de la cuesta arriba.

La vida está llena de cuestas arriba. Cuanto cuesta todo. Que costoso suele ser cualquier empeño.
Que cuesta arriba se nos hace aguantar personas, sonreír, perdonar, dominarnos, el estudio, el trabajo, el deber, la oración. ¿Por qué es tan difícil todo?
Virgen María, te encontramos en cada recodo de nuestro camino en pendiente, en cada cosa que nos cuesta. Que gracia de Dios tan grande, encontrarte cuando subimos las pendientes, cuando ya no podemos más, cansados, jadeantes, sin aliento…

Cuesta es un terreno en pendiente. La vida es una pendiente, hay que hacer muchos esfuerzos de voluntad. Y últimamente nos falla la voluntad. La base humana de la santidad es poseer una voluntad firme, fuerte y dominadora. 
Si no hay fuerza de voluntad, todo se viene abajo. Nos falla la voluntad cuando:

  • No tenemos ideas, o las ideas son oscuras, confusas, contradictorias.
  • Cuando la cuestión no nos atrae, ni nos impulsa a tomar determinación alguna.
  • Cuando hay falta de entusiasmo o ilusión.
  • Por pereza.

Santa María de las cuesta arriba, fortalece nuestras voluntades, para que seamos capaces de subir, y subir hasta el monte santo. 

Desde que Moisés oyó al Señor: “sube a la montaña”, hay una insistente invitación a todos a subir a la montaña. Desde la altura, nos llama: “vengan a mi…”. Todos somos llamados a la santidad y ésta se compara a un montaña, “subida al Monte Carmelo”. Precisamente, estamos en el Triduo de la Virgen del Monte Carmelo. Tú, María, también conociste las dificultades de la cuesta arriba. El Señor te pidió un gran desprendimiento, vino a desinstalarte y tú le dijiste: “hágase”. Que caminos tan difíciles recorriste para ser fiel a tu Hijo: Nazaret, Ain-Karen, Belén, Egipto, caminos de Galilea, de Samaría y de Judea, cuesta arriba del Calvario y la cruz. Santa María de la cuesta arriba, ven con nosotros al caminar…

Las dificultades de nuestro caminar cristiano las expresa el evangelio con una frase muy gráfica: “subimos a Jerusalén”. Para esta subida no hay ascensores, funiculares, telesillas o helicópteros que permitan alcanzar la cima sin esfuerzo. Nuestro viaje es incómodo, pero tiene buen fin. 

Por los caminos de la vida, nos encontramos toda clase de respuestas:

  • Los que se niegan a seguir a Jesús y se oponen.
  • Los que no se deciden.
  • Los que tienen miedo a emprender el viaje. Se dan cuenta de lo que el Señor les pide y tiemblan, es demasiado, no podrán con tanto. Hay muchos evangelizadores con miedo. Hay muchos que no son mejores por miedo.
  • Los que huyen y van por otros caminos. Se escabullen. Es la tentación de la huida del puesto difícil, del cargo de responsabilidad, de los lugares incómodos, del sitio de trabajo callado. 
  • Los que antes de ir piden explicaciones y exigen condiciones. Lo quieren ver todo claro, bien claro, antes de dar un paso, quieren atar todos los cabos…todos los que pusieron condiciones al Señor fueron discípulos fracasados y fueron descalificados.
  • Los que se están cansando. Durante un tiempo estuvieron entusiasmados, ilusionados, pero ahora están cansados: por debilidad de la carne, por flaqueza, por aburrimiento. Hay muchos cansinos en el camino del Señor. Fueron generosos, pero ahora no quieren hacer el “tonto”. Son muchos los desanimados y desesperanzados, peregrinos por un desierto sin agua y sin caminos.
  • Los que no se sienten aludidos. No se sienten obligados a hacer más de lo que han hecho o están haciendo. Es el joven rico, el hermano mayor del pródigo. Los que ponen peso, medida y número a todo lo que hacen, a su entrega. Los minimalistas. Hay muchos. Hacer lo menos posible, y con el mínimo esfuerzo.
  • Los que están parados. Fueron los primeros, marchaban delante, los de primera línea. Se les paró el reloj y no están a la hora del Señor. Sus ideas y proyectos pertenecen a otro tiempo, a un tiempo que ya no es. Miraron atrás y están convertidos en estatuas de sal.
  • Los que caminan mientras no se les exija demasiado. Les encanta el evangelio, les encanta Jesús. Lo encuentran todo maravilloso mientras no se les exija. Buscan una vía intermedia. Ni frío ni caliente. 
  • Los que avanzan vergonzantemente. Son los que se sienten cristianos, pero por dentro, no se atreven a dar la cara. De eso hablamos ayer. 
Yo quiero esforzarme, María, con la gracia de Dios  y tu ayuda para permanecer incondicionalmente en el camino, por pendiente y costoso que sea. Quiero ir, significa dejar algo. 

Santa María, contigo ya no me cuesta el camino, ya no me quejo del camión, ya no maldigo las cuestas, hasta me gusta ir cuesta arriba. Incluso pienso que se necesita que haya senderos y cuestas arriba, hoy que todo lo queremos hacer fácil y llano.
  • El sendero respeta la naturaleza y zigzaguea y serpentea los flancos de las montañas, para no destruir el paisaje.
  • En los senderos parece como si los hombres y la naturaleza su pusieran de acuerdo y se hicieran mutuas concesiones.
  • Los senderos no son lugares de prisas ni atropellos.
  • El sendero acaba en el término sin haber hecho estragos.
Y esto es hermoso. Por los senderos no se corre, por ellos podemos encontrar a Dios. Dios es el señor del tiempo. Dios ama las paradas, las demoras, cuando no son pereza, sino preparación, reflexión. 
Hemos de aprender a ser veredas humildes, que no es fácil.
No hagamos nunca camino a través de imposiciones. 

Santa María de la cuesta arriba, ayúdanos a superar los obstáculos y subir las pendientes de la vida, que nos conducen a la contemplación de la infinita belleza del Señor, un Dios rico de tiempo.