miércoles, 28 de julio de 2021

HOJA PARROQUIAL DEL DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B




  HOJA PARROQUIAL

31 de Julio y 1 de Agosto de 2021
Domingo XVIII del Tiempo Ordinario. Ciclo B.
Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.


“Yo soy el pan de vida”


 


  El pueblo de Israel, en su travesía del desierto hacia la libertad de la tierra prometida, experimentó múltiples incomodidades y se quejó amargamente de ellas. Ante las dificultades  y la  incertidumbre de su peregrinar por el desierto, el pueblo  añora incluso las pobres seguridades  que disfrutaba en su vida de de esclavitud. En realidad, no se quejan de Moisés, se quejan de  Dios, y comienzan a dudar de sus promesas.


  El Señor quiere enseñar al pueblo de Israel a contemplar su historia con ojos de fe. A que estén abiertos a las promesas y a las sorpresas de Dios. Pero con frecuencia el hombre prefiere aferrarse a sus pobres seguridades más bien que confiar en las promesas del Señor. Con el maná como  anuncio profético de un alimento  mucho más precioso, Dios asegura que siempre cumplirá sus promesas y que nunca defrauda a quien pone su confianza en él.

 

  También a nosotros, como a la multitud que comió el pan milagroso, Jesús nos exhorta a ensanchar nuestro horizonte y  procurar en primer lugar el pan que no perece, ese pan que Jesús identifica con su persona.


  Cada vez que nos reunimos para celebrar la Eucaristía revivimos el bautismo que ha puesto en nuestro corazón la semilla del hombre nuevo, que no se sacia con el pan material, y menos aún con el alimento vulgar de pasiones engañosas, sino que se alimenta de toda palabra que sale de la boca de Dios.








LECTURAS


Primera lectura del Libro del Exodo 16, 2-4. 12-15.


En aquellos días, la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:

«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad».

El Señor dijo a Moisés:

«Mira, haré llover pan del cielo para vosotros: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi instrucción o no.

He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: “Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro”».

Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, como escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra. Al verlo, los hijos de Israel se dijeron:

«¿Qué es esto?».

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:

«Es el pan que el Señor os da de comer».


Salmo 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54 R/. El Señor les dio pan del cielo


Lo que oímos y aprendimos,

lo que nuestros padres nos contaron,

lo contaremos a la futura generación:

las alabanzas del Señor, su poder. R.

Pero dio orden a las altas nubes,

abrió las compuertas del cielo:

hizo llover sobre ellos maná,

les dio pan del cielo. R.

El hombre comió pan de ángeles,

les mandó provisiones hasta la hartura.

Los hizo entrar por las santas fronteras,

hasta el monte que su diestra había adquirido. R.


Segunda lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 4, 17. 20-24


Hermanos:

Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya, como es el caso de los gentiles, en la vaciedad de sus ideas.

Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que lo habéis oído a él y habéis sido adoctrinados en él, conforme a la verdad que hay en Jesús. Despojados del hombre viejo y de su anterior modo de vida, corrompido por sus apetencias seductoras; renovaos en la mente y en el espíritu y revestíos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.


Evangelio según San Juan 6, 24-35


En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:

«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:

«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».

Respondió Jesús:

«La obra que Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».

Le replicaron:

«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer “».

Jesús les replicó:

«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron:

Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó:

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».






Parte 3. Cómo obtenemos la vida en Cristo


PRIMERA SECCIÓN. Para qué estamos en la tierra, qué debemos hacer y cómo nos ayuda el Espíritu Santo de Dios


CAPÍTULO SEGUNDO. «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»


EL QUINTO MANDAMIENTO: No matarás.


379 ¿Qué acciones están prohibidas por el precepto de no matar?


Están prohibidos el asesinato y la cooperación en el mismo. Está prohibido el asesinato en la guerra. Está prohibido el aborto de un ser humano desde su concepción. Están prohibidos el suicidio, la automutilación y la autodestrucción. También está prohibida la eutanasia, es decir, poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. “Hoy se infringe a menudo la prohibición de matar por motivos aparentemente humanos. Pero ni la eutanasia ni el aborto son soluciones humanas. Por eso la postura de la Iglesia ante estas cuestiones es de una claridad meridiana. Todo aquel que procure un aborto, ejecutándolo directamente o prestando su colaboración necesaria, si el aborto se produce, está automáticamente excomulgado. Cuando se suicida una persona mentalmente enferma, su responsabilidad está no pocas veces disminuida y con mucha frecuencia totalmente anulada.


380 ¿Por qué, sin embargo, se debe aceptar la muerte del otro en el caso de legítima defensa?


Quien ataca la vida de otros puede y debe ser frenado, en caso necesario mediante la muerte del agresor. La legítima defensa no es sólo un derecho; puede ser incluso un deber grave para quien es responsable de la vida de otros. No obstante, las medidas de legítima defensa no deben recurrir a medios abusivos ni ser desproporcionadamente violentas.


381 ¿Por qué se opone la Iglesia a la pena de muerte?


La Iglesia es contraria a la pena de muerte porque es «tan cruel como innecesaria» (beato Juan Pablo II, St. Louis, 27.01.1999). Todo Estado de derecho tiene por principio también el deber de castigar proporcionadamente. En la encíclica Evangelium Vitae (1995) el Papa no dice ciertamente que la aplicación de la pena de muerte sea en todos los casos una pena inaceptable y desproporcionada. Quitar la vida a un criminal es una medida extrema, a la que un Estado sólo debe recurrir en «casos de absoluta necesidad». Esta necesidad se da cuando la sociedad humana no se puede defender más que con la muerte del reo. Pero estos casos, dice beato Juan Pablo II, «son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes». 


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