miércoles, 5 de mayo de 2021

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO VI DE PASCUA. CICLO B

 

  HOJA PARROQUIAL

8 y 9 de Mayo de 2021
Domingo VI de Pascua. Ciclo B.
Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.

“Esto les mando: que se amen unos a otros”




 


   Podemos empezar diciendo que la liturgia de hoy nos habla de lo más humano de lo humano, que es el amor, y precisamente por ello exige prestar atención al sentido que damos a la palabra para no cometer “hermosos” disparates en el leguaje.

  

   El amor constituye, a su vez la esencia del mensaje cristiano y de la realidad que nos hace humanos. Es el mandamiento nuevo por contraposición a la Ley, que es el antiguo. Algo tan nuevo que lo hemos de estrenar cada día. El evangelista Juan usa la palabra “ágape” de los primeros cristianos para hablar de “amor”, expresando su calidad de grado mayor.


   Ese amor solo puede darse en Dios, en cuanto que excluye mezcla de otros intereses: Dios que no es un ser que ame, sino que ama por serlo, el que existe en sí: es su esencia. No puede dejar de amar, ama siempre y a todos de la misma manera.







LECTURAS


Primera lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48


Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio le salió al encuentro y, postrándose, le quiso rendir homenaje. Pero Pedro lo levantó, diciéndole:

«Levántate, que soy un hombre como tú».

Pedro tomó la palabra y dijo:

«Ahora comprendo con toda la verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea».

Todavía estaba hablando Pedro, cuando bajó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra, y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles, porque los oían hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios.

Entonces Pedro añadió:

«¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?»

Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo.

Entonces le rogaron que se quedara unos días con ellos.


Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. R. El Señor revela a las naciones su salvación.


Cantad al Señor un cántico nuevo,

porque ha hecho maravillas.

Su diestra le ha dado la victoria,

su santo brazo. R.


El Señor da a conocer su salvación,

revela a las naciones su justicia.

Se acordó de su misericordia y su fidelidad

en favor de la casa de Israel. R.


Los confines de la tierra han contemplado

la salvación de nuestro Dios.

Aclama al Señor, tierra entera;

gritad, vitoread, tocad. R.


Segunda lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 4, 7-10


Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.


Evangelio del santo Evangelio según San Juan 15, 9-17


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.

Esto os mando: que os améis unos a otros».




Parte 3. Cómo obtenemos la vida en Cristo


PRIMERA SECCIÓN. Para qué estamos en la tierra, qué debemos hacer y cómo nos ayuda el Espíritu Santo de Dios


CAPÍTULO TERCERO. La salvación de Dios: la ley y la gracia


341 ¿Se puede ganar el cielo mediante las buenas obras?


No. Ningún hombre puede alcanzar el cielo simplemente por sus propias fuerzas. Ser redimidos es pura gracia de Dios que, sin embargo, exige la cooperación libre del hombre, que es meritoria por gracia. Por más que seamos salvados por la gracia y por la fe, tanto más debe mostrarse en nuestras buenas obras el amor que hace brotar la acción de Dios en nosotros.


342 ¿Debemos todos ser «santos»?


Sí. El sentido de nuestra vida es unirnos a Dios en el amor, corresponder totalmente a los deseos de Dios. Debemos permitir a Dios «que viva su vida en nosotros» (beata Teresa de Calcuta). Esto significa ser «santo». Todo hombre se hace la pregunta: ¿Quién soy yo? ¿Para qué estoy aquí? ¿Cómo puedo ser yo mismo? La fe responde que sólo en la SANTIDAD llega el hombre a ser aquello para lo que lo creó Dios. Sólo en la santidad encuentra el hombre la verdadera armonía consigo mismo y con su Creador. Pero la santidad no es una perfección hecha a medida por uno mismo, sino la unión con el amor hecho carne, que es Cristo. Quien de este modo logra la nueva vida se encuentra a sí mismo y llega a ser santo.


La Iglesia


343 ¿Cómo nos ayuda la Iglesia a llevar una vida buena y responsable?


En la Iglesia somos bautizados. En la Iglesia recibimos la fe que ella ha conservado íntegra a través de los siglos. En la Iglesia escuchamos la Palabra viva de Dios y aprendemos cómo debemos vivir si queremos agradar a Dios. Mediante los SACRAMENTOS, que Jesús ha confiado a sus discípulos, la Iglesia nos edifica, conforta y consuela. En la Iglesia arde el fuego de los santos, para que nos dejemos encender en él. En la Iglesia se celebra la sagrada EUCARISTÍA en la que la entrega y el poder de Cristo se renueva de tal modo para nosotros que, unidos a él, nos convertimos en su cuerpo y vivimos por su fuerza. Nadie puede ser cristiano al margen de la Iglesia, a pesar de las debilidades humanas que hay en ella.

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