“Porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre”
En este tercer domingo de Cuaresma en el que nos adentramos, justo en su ecuador, las lecturas nos hacen un claro llamamiento a ir hacia dentro, a profundizar, a dejar de lado imágenes e ídolos y girar nuestras vidas hacia el que dice de sí mismo: «soy el Señor, tu Dios».
Nos encontramos con esta propuesta de mirada interior tanto en el texto del Éxodo, cuando Dios entrega a Moisés los Mandamientos, como en el texto de Juan. En la lectura que nos ofrece el Evangelio de hoy Jesús se enfrenta a quienes han convertido el templo en un mercado donde no hay verdadero encuentro con su Padre, sino una suerte de compra y venta de “favores divinos”.
Esta invitación, en medio de nuestra segunda Cuaresma pandémica quizás nos ayude a seguir despojándonos de lo superficial para avanzar en lo esencial de nuestras vidas.
Primera lectura del libro del Éxodo 20, 1-17
Salmo 18, 8. 9. 10. 11 R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 22-25
Evangelio según san Juan 2, 13-25
Parte 3. Cómo obtenemos la vida en Cristo
PRIMERA SECCIÓN. Para qué estamos en la tierra, qué debemos hacer y cómo nos ayuda el Espíritu Santo de Dios
CAPÍTULO PRIMERO. La dignidad del hombre
311 ¿Qué son los frutos del Espíritu Santo?
Los FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO son: «caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad» (cf. Gál 5,22-23). En los FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO puede ver el mundo qué sucede con las personas que se dejan totalmente tomar, conducir y formar por Dios. Los frutos del Espíritu Santo muestran que Dios tiene un papel real en la vida de los cristianos. 120
312 ¿Cómo sabe un hombre que ha pecado?
Un hombre sabe que ha pecado porque su conciencia le acusa y le mueve a confesar sus faltas ante Dios
313 ¿Por qué debe el pecador dirigirse a Dios y pedirle perdón?”
Cualquier pecado destruye, oscurece o niega el bien; pero Dios es muy bueno y el origen de todo bien. Por eso cualquier pecado se dirige (también) contra Dios y, en el contacto con él, debe ser reordenado.
314 ¿Cómo sabemos que Dios es misericordioso?
En muchos pasajes de la Sagrada Escritura Dios se muestra como el misericordioso, especialmente en la parábola del hijo pródigo (Lc 15), en la que el padre sale al encuentro del hijo perdido y lo acoge sin condiciones, para celebrar con él una fiesta del reencuentro y de la reconciliación. Ya en el ANTIGUO TESTAMENTO dice Dios por medio del profeta Ezequiel: «Yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta de su conducta y viva» (Ez 33,11). Jesús ha sido enviado «a las ovejas descarriadas de Israel» (Mt 15,24), y sabe que «no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos» (Mt 9,12). Por eso come con publicanos y pecadores, antes de, al final de su vida terrena, interpretar incluso su muerte como iniciativa del amor misericordioso de Dios: «Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados» (Mt 26,28).