miércoles, 21 de octubre de 2020

HOJA PARROQUIAL. DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 HOJA PARROQUIAL

24 y 25 de Octubre de 2020
Domingo XXX del Tiempo Ordinario. Ciclo A.
Parroquias de Tazacorte y Ntra. Sra. de Fátima en Tijarafe

Textos tomados de la página web de los dominicos en España. Dibujos obra de Fano.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”



    El amor a Dios y al prójimo se practica desde su lugar originario: el ser. El ser es la verdadera realidad, nuestra verdadera patria. El ser es el lugar donde se opera el verdadero milagro religioso: el encuentro de la persona con el Dios de la vida y de la solidaridad. La verdadera religión, su “meollo”, es propiciar el encuentro del ser humano con el ser divino, el encuentro de la criatura con su Creador, y mantenerlo.

   Hay filosofías, corrientes de pensamiento, hombres y mujeres, que niegan la siquiera posibilidad de la existencia de ser. Instalados en el escepticismo, situados entre la ironía y el cinismo, contemplan el mundo como protegidos en una burbuja de aire climatizado: el viento de la indiferencia, el rumor del relativismo y la comodidad del agnosticismo. Están convencidos que todo lo existente es mera apariencia, debilidad extrema.


   El ser, en cambio, es plenitud de lo que hay, de lo que existe. Es comunión de cielo y tierra, es abrazo entre lo natural y lo sobrenatural, es unidad de destino entre las criaturas y su Hacedor. Eres “con todo tu ser”. La escisión que hay en ti es solo espejismo, puede que te sientas quebrado y frágil, sin embargo, todo ser humano está convocado a la plenitud, a la vida, al gozo, a la verdad, a la paz… al amor verdadero. Todo tu ser está contigo, en todo lo que eres, te acompaña donde quiera que vaya tu cuerpo, pero, sobre todo habita en tu interior, en el lugar de residencia de tu totalidad de ser.







LECTURAS


Primera lectura del libro del Éxodo 22, 20-26


Esto dice el Señor:

«No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos. Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo».


Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.


Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.


Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R/.


Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

Tú diste gran victoria a tu rey,

tuviste misericordia de tu ungido. R/.


Segunda lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c-10


Hermanos: Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. No solo ha resonado la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya desde vuestra comunidad, sino que además vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.


Evangelio según san Mateo 22, 34-40


En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?». Él le dijo: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

YOUCAT

CAPÍTULO SEGUNDO. Los sacramentos de curación


El Sacramento de la Unción de los Enfermos


246 ¿Quién puede administrar la Unción de los enfermos?”


La administración de la Unción de los enfermos está reservada a los obispos y presbíteros. Cristo es quien actúa a través de ellos en virtud del Orden sacramental. [1516, 1530]


247 ¿Qué se entiende por Viático?


Se entiende por Viático la última sagrada COMUNIÓN que recibe una persona antes de morir. Pocas veces es la COMUNIÓN tan necesaria para la vida como en el momento en el que un hombre se dispone a terminar su vida terrena. En el futuro tendrá únicamente tanta vida como tiene en la unión (= comunión) con Dios.


CAPÍTULO TERCERO. Los sacramentos al servicio de la comunidad y de la misión


248 ¿Cómo se llaman los sacramentos al servicio de la comunidad?”


Quien está bautizado y confirmado puede además recibir en la Iglesia una misión particular mediante dos SACRAMENTOS específicos y ser por ello tomado por Dios a su servicio; se trata del orden sacerdotal y del matrimonio. Ambos SACRAMENTOS tienen algo en común, están ordenados a otras personas. Nadie se ordena para uno mismo y tampoco nadie contrae matrimonio sólo para sí mismo. El sacramento del Orden y el sacramento del Matrimonio deben construir el pueblo de Dios, es decir, son un canal por medio del cual Dios hace llegar su amor al mundo.”


El Sacramento del Orden


249 ¿Qué sucede en el sacramento del Orden?


Quien es ordenado recibe un don del Espíritu Santo que le confiere un poder sagrado y que le es otorgado por Cristo por medio del OBISPO. Ser PRESBÍTERO o sacerdote no supone únicamente asumir una función o un cargo. Mediante el Orden, el sacerdote recibe como don una fuerza particular y una misión en favor de sus hermanos en la fe. 150, 215, 228, 236