HOJA PARROQUIAL
“Tengo preparado el banquete”
No nos sorprende la pedagogía del Señor intentando proponer la realidad del Reino de los cielos, la cual es una cosa excepcional que no encuentra parangón adecuado con el mundo en que vivimos. De ahí la multiplicidad de parábolas, de comparaciones para ayudarnos a entrar en una dimensión realmente “nueva”. El mejor de los maestros, Jesucristo, se ve obligado a afrontar la realidad del Reino de los cielos desde diferentes puntos de vista para hacer comprender a los oyentes algo inaudito.
Lo que sí sorprende es la dificultad que experimentamos nosotros para sintonizar con la rica enseñanza que Jesucristo no se cansa de proponer con ejemplos y comparaciones que no tienen otra finalidad que la de ayudarnos a abrirnos y a acoger la realidad maravillosa del Reino de los cielos.
El Año Litúrgico vuela hacia su conclusión en este año de pandemia. La solemnidad de Jesucristo Rey del universo sintetiza todas las llamadas que el Señor ha ido haciendo a lo largo de los textos bíblicos de las sucesivas semanas. Poder encontrarnos todos celebrando el banquete al que todos estamos invitados por el Padre del cielo es lo que cada persona ha de tomar en consideración para disfrutar de la presencia de Dios-Trinidad en compañía de la humanidad redimida por Jesucristo, que invita a todos a sentarse con él en su Reino.
Primera lectura del libro de Isaías 25, 6-10a
Preparará el Señor del universo para todos los pueblos,
en este monte, un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos de solera;
manjares exquisitos, vinos refinados.
Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el lienzo extendido sobre todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros,
y alejará del país el oprobio de su pueblo
—lo ha dicho el Señor—.
Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios.
Esperábamos en él y nos ha salvado.
Este es el Señor en quien esperamos.
Celebremos y gocemos con su salvación,
porque reposará sobre este monte la mano del Señor».
Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 12-14. 19-20
Hermanos:
Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones.
En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”.
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores:
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».
CAPÍTULO SEGUNDO. Los sacramentos de curación
El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación
238 ¿Puede un sacerdote contar a otras personas algo que haya conocido en la confesión?
No, de ningún modo. El secreto de confesión es absoluto. Todo PRESBÍTERO quedaría excomulgado si contara a otras personas cualquier cosa que haya conocido en confesión. Ni siquiera a la policía puede decir o insinuar algo. Quizá no haya nada que los PRESBÍTEROS tomen más en serio que el secreto de confesión. Hay sacerdotes que por ello han soportado torturas y han llegado a morir. Por eso se puede hablar abiertamente sin reservas y uno puede confiarse con gran tranquilidad a un sacerdote, cuya única tarea en ese momento es ser todo «oídos de Dios».
239 ¿Qué efectos positivos tiene la confesión?
La confesión reconcilia al pecador con Dios y con la Iglesia. El segundo después de la absolución es como... una ducha después de hacer deporte, el aire fresco tras una tormenta de verano, el despertar en una radiante mañana de verano, la ingravidez de un submarinista... En la palabra «reconciliación» está contenido todo: estamos de nuevo en paz con Dios.
El Sacramento de la Unción de los enfermos
240 ¿Cómo se interpretaba la «enfermedad» en el Antiguo Testamento?
En el ANTIGUO TESTAMENTO se vivía la enfermedad a menudo como una prueba difícil contra la que uno se podía rebelar, y en la que, sin embargo, se podía reconocer también la mano de Dios. Ya en los profetas surge la idea de que el sufrimiento no es sólo una maldición y no siempre es la consecuencia de pecados personales, sino que el sufrimiento aceptado con paciencia puede ser también un modo de vivir para los demás.
241 ¿Por qué mostró Jesús tanto interés por los enfermos?
Jesús vino para mostrar el amor de Dios. Con frecuencia lo hizo allí donde nos sentimos especialmente amenazados: en el debilitamiento de nuestra vida a causa de la enfermedad. Dios quiere que recuperemos la salud de alma y cuerpo, y que a causa de ello creamos y reconozcamos el reino de Dios que viene. A veces hay que enfermar para reconocer qué es lo que necesitamos por encima de todo, tanto enfermos como sanos: a Dios. No tenemos vida, si no es en él. Por eso los enfermos y pecadores tienen un instinto especial para lo esencial. Ya en el NUEVO TESTAMENTO eran precisamente los enfermos quienes buscaban la cercanía de Jesús; intentaban «tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos» (Lc 6,19). 91